La prueba de reordenación del tráfico en el centro de Reus ha llegado a su fin este miércoles 31 de enero, tras haber estado en marcha esta desde el pasado 6 de noviembre del año pasado. La concejalía que se ha ocupado de la iniciativa, la de Seguretat Ciutadana i Convivència, ha hecho un balance «positivo y sin incidencias destacadas». La edil Dolors Vázquez ha manifestado que, al finalizar este periodo, «el sistema seguirá activo, pero aún tenemos que procesar los datos e información recopilada para determinar si hay que implantar modificaciones». Estos futuros cambios se realizarían «según lo analizado durante la prueba y las peticiones que hubieran llegado de vecinos y comerciantes, y siempre si hace falta, aún no sabemos si afectarán a usos u horarios».
La edil ha manifestado, además, que «no nos cerramos a hacer cambios y hemos ido informando, también, a todos los residentes de la zona sobre el sistema». El objetivo «es seguir promoviendo estos proyectos y trabajar por una movilidad más sostenible». En cuanto a cifras, Vázquez ha repasado que hay 3.266 matrículas registradas para ingresar en la zona restringida, de las cuales 409 son de personas residentes y 2.847 de vehículos de servicios y emergencias.
La opinión de los comerciantes
En cuanto a la opinión de los comerciantes, los hay que se muestran positivos con el sistema y otros, reticentes. En el primer caso, y desde Òptica Novalent, Jordi Vives, expresa que «a mí, me parece bien que el centro se cierre al tráfico, creo que de esta manera se potenciará que la gente vaya más a pie, pasee y compre, siempre hemos sido un centro comercial al aire libre». Potenciar la visibilidad de los comercios es algo en lo que el sistema puede ayudar, destaca Vives. «Tenemos que recuperar ese pulso comercial que nos caracteriza, y fomentando que la gente se mueva de forma sostenible, podremos recuperar esa esencia nuestra como capital comercial, con negocios variados», completa.
En la otra cara de la moneda, los comerciantes que se muestran reticentes son, por lo general, aquellos que piden cambios en el horario de carga y descarga porque tienen que mover artículos voluminosos. «Si se habilitara un horario en el mediodía para poder atender a los clientes, nos facilitaría mucho las entregas». Dicha aportación, por ejemplo, se repite a menudo desde diferentes establecimientos. De hecho, desde el negocio Mi Electro del arrabal de Santa Anna, Pere Dosaigües expresa que «hemos hecho aportaciones, pero de momento no sabemos en qué se traducirán, hay cierto hermetismo». Encuentra «poco razonable», por otro lado, que «los comerciantes que estamos en la zona restringida y las personas ajenas a esta», para ingresar con el coche a la zona, «tengamos el mismo trato». «No queremos uno especial, pero ya que trabajamos aquí, se nos podría permitir algo más que la gente que no es comerciante, pues la actividad económica propia puede verse afectada», recalca.
Dosaigües añade, también, comentarios sobre la peatonalización del arrabal de Santa Anna: «Cuando en su día, algunos comerciantes entramos en la plataforma de urbanismo, al empezarse a transformar la vía, tuvimos un muy buen entendimiento con Urbanisme; dimos ideas que se aplicaron, y fue muy positivo». Ahora bien, sobre si pasa más o menos gente a raíz de este cambio urbanístico, contesta: «En este momento, hay menos locales abiertos que antes de realizar la reforma, se han ido cerrando, y entendemos que puede que veamos resultados a largo plazo, pero lo que es ahora, comercialmente, no hay tanta actividad económica y no sabemos si es positivo o no».
Otro de los comerciantes que estuvo al principio de empezar la prueba de reordenación del tráfico es Marc Niubó, al frente hasta hace poco de la Bodega La Parra, negocio actualmente en traspaso. «Dejé de estar al pie del cañón en diciembre, pero aún gestiono el traspaso. En los principios de la prueba, hubo que hacer adaptaciones. Con este tipo de iniciativas tiene que haber comunicación continua y que las aportaciones que se hagan, por parte de los comerciantes, se traduzcan en un resultado, en algo tangible, en facilidades».
Niubó también encuentra que a menudo se compara el cierre al tráfico del arrabal de Santa Anna con los realizados en su día de las calles Monterols y Llovera, «pero lo cierto es que cada zona es diferente, cada una tienes unas características»: «Habrá tiendas que no necesiten hacer carga y descarga y otras que sí, con lo que se podrían adaptar algunos horarios a las que sí que lo necesitan e incluso ampliarlo en algunos casos». Como se apuntaba antes, la franja de mediodía es la más solicitada. «Podría ser la de entre las 14 y las 16.30 horas, por ejemplo», acota.
La postura de los vecinos
Vecinos de la zona del arrabal de Santa Anna y de la plaza de Catalunya consultados por el Diari expresan que, «en el arrabal, se ha conseguido minimizar el ruido producido por los coches, aunque podrían haber concebido, durante la peatonalización, poner más zona verde, algo que podría haberse trabajado en la plaza de Catalunya, también». Otro de los puntos destacados por los residentes de la zona es que todo el tráfico que no va a parar al arrabal, lo hace en la calle contigua, es decir, la de Doctor Robert, donde «se ha multiplicado el ruido». «Con las limitaciones horarias del arrabal, hemos visto vehículos que no pueden entrar y más de una vez se han detenido en parte de la acera de la plaza, dificultando el acceso a los que sí por querer detenerse allí, alguna vez incluso esta actitud ha entorpecido el acceso de ambulancias».
Otro residente ha apuntado que «está muy bien peatonalizar, pero habría que regular las actividades económicas que se acogen en determinadas calles, porque si se instala un supermercado cuyos proveedores tienen que generar embotellamientos al cargar y descargar, ni que sea en la calle contigua y muy temprano, se sigue molestando igual».