Una tormenta perfecta dio al traste con el avance de la transición energética en 2022, tanto en Tarragona como en Catalunya. En la provincia se generó más nuclear y se quemó más gas, mientras la producción de renovables bajó. El resultado fue una energía más contaminante.
Las renovables han pasado de suponer el 8,2% de la generación energética en la provincia al 7,1%, un retroceso preocupante en tiempos en los que este tipo de tecnología debería expandirse a ritmos casi exponenciales.
Así lo refleja el análisis del nuevo informe del Observatori de les energies renovables a Catalunya, publicado hace unos días: «En 2022 la energía que se ha generado y consumido en Catalunya ha sido más sucia, menos autóctona y menos renovable que en 2021».
Hay varios factores que han jugado en contra. Uno de ellos ha sido la sequía. A embalses más vacíos, menos disponibilidad de agua. La generación por esta vía renovable ha caído en Tarragona un 14%, de 618 GWh en 2021 a 532 en 2022. Así lo decreta el informe: «La enorme caída de la generación hidroeléctrica y el nulo efecto del pequeño aumento de la capacidad de generación eólica son la causa de que las energías renovables caigan a mínimos, desde hace muchos años, en la cobertura de la demanda eléctrica».
La principal fuente de renovables en el Camp y el Ebre es la eólica. Esta también descendió en 2022, de 1.589 GWh a 1.468 GWh, un 7% menos. ¿Qué ha sucedido aquí? Ha habido menos viento y esa circunstancia volátil que en cualquier lugar debería haberse suplido con una mayor expansión de instalaciones, aquí no ha sucedido, en buena parte por el despliegue deficiente de estos parques.
Cinco parques ebrenses
Tarragona es la provincia más generadora (en Girona no hay ni un parque eólico en marcha). Hay que tener en cuenta que es un saldo de 2022 y que en este 2023 la dinámica debería ser diferente, puesto que hacia finales de año se pusieron en marcha seis parques eólicos, cinco de ellos en las Terres de l’Ebre –en sitios como Vilalba dels Arcs, Batea, Bot o Caseres–, con una capacidad de 97,49 MW.
«Si hubiese habido más parques eólicos, si esa capacidad hubiera entrado en marcha a principios del año pasado, quizás habría compensado la pérdida de generación. Entonces, la bajada de recurso no afectaría, porque estás aumentando la capacidad de generación», indica Jaume Morron, asociado de honor de EolicCat y experto en renovables.
La generación solar se ha mantenido estable, con un pequeño repunte que no resulta trascendente en esta balanza que, eso sí, no contempla el autoconsumo, disparado y exitoso en todo el territorio pero de poco peso frente a los grandes proyectos fotovoltaicos, que no avanzan, según el informe.
¿Cómo se han sustituido esas renovables, sobre todo la producción hidráulica? En una parte con energía fósil, un recurso contaminante que tiene una fuerza importante en Tarragona. Es, asimismo, una mala noticia para los objetivos de transición energética. La generación por ciclos combinados, quemando gas fósil, se ha disparado un 64% en Catalunya.
La excepción ibérica
En Tarragona se ha duplicado, al pasar de 861 GWh a 1.737 GWh en un año. Ahí se incluyen plantas como Tarragona Power o la Plana del Vent 1 y 2. La otra vía es quemar gas fósil en las instalaciones de cogeneración, otro método no renovable que ha crecido en la provincia un 16%. Morron apunta a la incidencia de un «efecto perverso»: «El tope impuesto a la generación de gas, derivado de la excepción ibérica, ha estimulado su uso».
Ese mecanismo diseñado para abaratar la factura eléctrica, en plena escalada de precios, ha repercutido en un aumento de esta generación contaminante. En el ámbito de las renovables, otros sistemas como el biogás o la generación mediante quema de residuos renovables tienen presencia pero de forma testimonial o poco relevante para estos saldos globales. En esta ecuación entre tipos de energía, sigue siendo indispensable una nuclear cuya producción también crece. Los tres reactores nucleares catalanes en servicio, todos ellos en la provincia (Ascó 1 y Ascó 2, en la Ribera d’Ebre, y Vandellòs 2, en el Baix Camp), aportaron 23.985 GWh a la red. Es el 57,6% de la electricidad generada en Catalunya y un 2,6% más que en 2021.
En suma, y considerando las principales energías, la generación de renovables cayó un 8,8% en Tarragona durante el año pasado mientras que la producción de no renovables subió un 6,1%.
El estudio en cuestión también cuantifica cual es la factura a pagar en términos de emisiones. «Se estiman en 4,6 millones de toneladas de CO2 las emisiones de gasos de efecto invernadero del sistema eléctrico catalán causadas por la quema de gas fósil en los ciclos combinados, las instalaciones de cogeneración y las plantas de tratamiento de purines», indica el informe, que sitúa en un 22,8% el aumento respecto a 2021.
«Cuello de botella»
Todo este panorama dibuja, por enésima vez, un escenario en el que Catalunya aparece a la cola en la apuesta por las renovables y en el que cuesta avanzar hacia los objetivos marcados. El informe habla directamente de «lastre a la transición energética» y un «cuello de botella que sufren los proyectos en la tramitación administrativa». Según el trabajo, la oferta de proyectos es «suficientemente relevante» pero «analizando la media de tiempo que la administración tarda en resolver la tramitación de las diferentes fases de los expedientes, se detecta una pérdida de proyectos importantes, afectando al potencial descrito».
El informe relata que «en los últimos meses, desde el sector, se observa un preocupante enfriamiento en el interés de los promotores de promover proyectos en Catalunya, de un lado, por la incertidumbre económica y financiera y el marco de remuneración poco estable, y del otro, por la percepción de la administración catalana como poco eficiente y resolutiva». De ahí que se reclamen medidas como «incrementar muy notablemente el número de personas destinadas a resolver expedientes» o «simplificar urgentemente todos los procedimientos administrativos».
Para corroborar esa situación, el estudio indica que «en 2022 se ha puesto en servicio nueva capacidad de generación eólica, poniendo fin a ocho años de sequía, durante los cuales se ha conectado a la red eléctrica un único aerogenerador». Casi toda esa potencia eólica emergida se ubica en las Terres de l’Ebre, el territorio de Catalunya que más está contribuyendo a ese despliegue.
Autoconsumo insuficiente
El aumento de la producción contaminante es una señal más del retraso de Catalunya con las renovables, apenas maquillado con una expansión que sí funciona bien. «Es innegable el avance del autoconsumo solar fotovoltaico, pero hay que ser conscientes de que, a pesar del indudable éxito, supone una pequeña parte de la nueva capacidad de generación y aún es una parte más pequeña de la generación eléctrica renovable que le hace falta a Catalunya», apunta el estudio.
La demanda eléctrica cubierta con renovables ha pasado de 15,2 a 13,1%. La producción fue de 5,9 TWh, una cifra que en solo siete años debería dispararse hasta los 35,1 TWh para alcanzar el 50% de las necesidades energéticas de 2030. En 2050 la totalidad debe ser renovable, según los objetivos establecidos.