La investigación del asesinato y posterior suicidio en la cárcel de Tarragona este miércoles 13 de marzo por la tarde sigue su curso bajo la protección del secreto de actuaciones, por lo que el trabajo de los investigadores de la División de Investigación Criminal (DIC) de los Mossos d’Esquadra sigue siendo información prohibida para la opinión pública.
Fue el magistrado del Juzgado de Instrucción número 3 de Tarragona el que abrió las diligencias de lo ocurrido a intramuros. El levantamiento del cadáver se llevó a cabo entre 18 y 20 horas y se decretó secreto de actuaciones.
La trabajadora vinculada al CIRE (El Centro de Iniciativas para la Reinserción es la empresa pública del Departament de Justicia que tiene por objetivo dar segundas oportunidades a las personas privadas de libertad, a través de la formación y el trabajo) había estado trabajando desde los inicios en el centro penitenciario tarraconense, en 2015, ubicado en El Catllar y era muy apreciada entre compañeros y directivos de la cárcel.
Por ello, el estado de shock que se vivió en la tarde de ayer y que hoy sigue muy presente ha destrozado anímicamente a la plantilla de la cárcel más joven de Catalunya.
Los 5 minutos de silencio de este mediodía pretenden ser un adiós a la compañera y un rechazo unánime a lo ocurrido en el centro penitenciario de Mas d’Enric.
Lo que sí ha trascendido es el nombre y el historial de sangre del preso que ayer acabó con la vida de la trabajadora Núria L. de 48 años de edad en las cocinas del Centro Penitenciario de Mas d’Enric.
El rechazo amoroso de 2016
El asesino de Núria residía en Valls hace 8 años. Su nombre era Iulian y su condena en la cárcel de Tarragona era de 11 años por el asesinato de una prostituta que residía en L’Hospitalet de l’Infant con su hija en la noche de Sant Jordi de 2016.
De ella se enamoró hasta degollarla en su casa de la calle de La Muralla del Castell hará 8 años este mes de abril. Iulian la contrató una vez (2015) y desde entonces siempre solicitaba sus servicios por Internet, donde se publicitaba.
Le pidió que dejara el oficio y se quedara con él, tras unos cuantos encuentros, pero cuando fue rechazado por ella, el amor se convirtió en furia y en muerte. El arma usada, un cuchillo de cocina.
El acusado se entregó a la Policía Local de Valls de madrugada. Acudió a las dependencias ensangrentado y confesó al agente de guardia que había matado una mujer. Así lo han confirmado fuentes policiales de la capital del Alt Camp al Diari.
La patrulla de la Policía Local verificó sus palabras y activó a los Mossos. Fue detenido y encarcelado ese mismo 2016.
Dos años más tarde, en 2018, fue condenado por un jurado popular a 11 años de cárcel por asesinato (por lo que su salida del centro penitenciario hubiera sido en 2027) e ingresó en la cárcel de Mas d’Enric, en el módulo 6, el de los presos con delitos de sangre. Allí estaba ayer antes de dirigirse a las cocinas en el turno de tarde.
Su forma de ser, su capacidad de convencer de que estaba arrepentido y de que había cambiado en los años que llevaba entre rejas le permitieron mejoras laborales en el centro penitenciario. Logró formar parte del turno de cocina, donde ya llevaba tiempo. Es uno de los destinos remunerados más apetecibles, pero se debe pasar un filtro. Iulian lo había conseguido.
El historial de celos que reflejó su primer asesinato en Valls y la reacción mostrada en Mas d’Enric este miércoles han puesto sobre la mesa una línea de investigación sobre si existe paralelismo de comportamiento entre lo ocurrido en 2016 y lo de este pasado miércoles en la cocina de la cárcel. El suicidio posterior del agresor al ataque mortal hacia Núria podría dar argumentos a esta hipótesis entre los investigadores de la DIC.