«Me mantengo activo y tras cerrar mi etapa laboral, tuve claro que quería seguir ayudando a los demás». Así resume su experiencia Ferran Mas, jubilado y voluntario en el Centre Cívic (CC) Ponent, donde ha impartido cursos sobre cómo usar los dispositivos móviles. El suyo es solo un ejemplo del tejido de voluntarios que ha ido en aumento con los años en la ciudad y que quiere hacer algo por la gente mayor, para que «aprenda, socialice y no se sienta sola».
La concejalía de Relacions Ciutadanes del Ayuntamiento de Reus acoge y facilita la acogida de gente jubilada activa con el fin de que esta transmita su experiencia a través de la realización de talleres y cursos en los centros cívicos de la ciudad. Muchos, incluso, proponen actividades. «Desde la concejalía queremos potenciar la figura de las personas mayores voluntarias porque son un pilar clave de transmisión de conocimientos adquiridos gracias a su propio bagaje personal e historia de vida», comenta la concejala de Relacions Ciutadanes, Mar Escoda.
La finalización de la vida laboral «puede comportar, a veces, cierto sentimiento negativo que queda superado con nuevas motivaciones, como por ejemplo, dedicarse a transmitir a las generaciones más jóvenes sus conocimientos, pero también mayores». «El voluntariado de las personas mayores pone en valor y potencia todo aquello que pueden aportar a la sociedad, que es mucho, e impulsa propuestas y actividades donde participen de forma activa, tanto en el aprendizaje como en la transmisión de su experiencia», añade la edil.
Conocimientos ‘indispensables’
Volviendo al caso de Ferran Mas, este aporta que ha impartido talleres a mayores en el CC Migjorn y en el CC Mestral, sobre el uso del móvil, «especialmente en la vertiente de cómo moverse con ellos y la gestión de aplicaciones, como las de mensajería instantánea, correo electrónico y galería de fotos». Espacios virtuales de Google como Drive, Maps o la aplicación La Meva Salut de la Generalitat son considerados para Mas «indispensables». «Las personas que han asistido a los talleres presentaban dudas muy diferentes, los había con nociones y otros que empezaban de cero», resume.
Además de este taller, Mas ha hecho cursos de informática e incluso «una ruta de geología urbana, con el Museu Salvador Vilaseca, en la que montó un itinerario para dar a conocer los tipos de roca que se pueden encontrar yendo por la calle». «Preparé una actividad por mi cuenta, también, la he llamado ‘tecnocaminada’», anuncia, y esta consiste en lo siguiente: «Durante una caminata, enseño los aplicativos que podemos activar con el móvil, como la localización a tiempo real o la traducción de carteles si estamos de viaje».
Por otro lado, está la voluntaria Dolors Barrull (73), quien se encarga de impartir talleres de manualidades y de costura. «He sido costurera toda mi vida y tras dejar el negocio que tenía en el ámbito y jubilarme, quise seguir con ello y, por eso, aparte de hacer arreglos de piezas de ropa a todas mis amigas, enseño como voluntaria; pronto lo haré, además, en el CC del Carme». Barrull se entretiene creando bolsas y mochilas y, luego, lo difunde por redes sociales. «En los talleres, las alumnas hacen cosas distintas y aprenden a tener paciencia, las piezas no salen de un día para otro; hay que invertir tiempo, socializamos mucho y hacemos amistades», corrobora.
Dolors Guarro es otro de los testimonios: «Me jubilé en 2009, a los 60 años, fui maestra en un colegio y enseñar catalán a gente mayor fue algo nuevo para mí». Con años de trayectoria como voluntaria, constata que «la experiencia me ha llenado mucho, enseño a gente, en su mayoría, que tiene el habla de la lengua dominada, pero que quiere aprender a escribir y leer bien en catalán». Hay personas que repiten porque les gusta, «lo encuentro enriquecedor, porque aprendes de ellos y vienen con interés, incluso te cuentan anécdotas». También menciona que «tuve en clase un señor que fue pescador, con un vocabulario del mundo marinero impresionante, de lo más curioso».
Compromiso en la asistencia a un taller
Una de las cuestiones que aborda uno de los voluntarios jubilados, Ferran Mas, es el compromiso en la asistencia a un taller en la franja de edad que nos ocupa. «Hay veces que habría que trabajar en un modelo mixto, con paga y señal o con penalización si no acuden, aunque por lo general y si las actividades tienen una periodicidad regular, vienen», declara. Como exponen, también, las voluntarias Dolors Barrull y Dolors Guarro, «son edades complicadas, ya que en ocasiones, si no hay una dolencia, hay alguien a quien cuidar, como la pareja o nietos». Guarro recuerda a una alumna que, tras operarse y luego quedarse viuda, a pesar de los años, «acabó volviendo a clase».