La temporada pasada, 2023/24, el Nàstic ganó once partidos por un resultado ajustado de 1-0 o 0-1. Era un equipo prácticamente invencible cuando se ponía por delante del marcador. Ya fuera a través de mucho oficio defensivo o quitando el balón al rival, conseguía minimizar los arrebatos del contrincante. Un aspecto que esta temporada no está sabiendo gestionar.
En las siete jornadas disputadas, el equipo tarraconense se ha puesto por delante en seis ocasiones, de las que solo en dos (Real Sociedad B y Tarazona) lograron mantener la ventaja. En los otros tres, dejó escapar dos puntos. Un pérdida de seis unidades en total que le hubieran situado en el segundo lugar de la clasificación.
Sucedió en los dos primeros encuentros disputados en el Nou Estadi ante Ourense y Sestao River. El Gimnàstic de Tarragona fue mejor a su adversario y consiguió marcar el primer gol del partido. En ambos casos, gallegos y vascos lograron la igualada, para desesperación de la parroquia grana.
Peor fue en Lugo. Pablo Fernández y Antoñín pusieron una ventaja de 0-2 a los 15 minutos. Todo apuntaba a una nueva victoria en Galicia. Pero el partido se torció. Al equipo le faltó personalidad para imponer el tipo de encuentro que le convenía. Se dejó arrastrar por el vértigo que impulsó el Lugo.
El técnico del Nàstic, Dani Vidal, hacía autocrítica y admitía que «cuando más personalidad teníamos que tener con pelota, se ha convertido el partido en un ida y vuelta que no nos beneficiaba».
¿Qué le faltó al Nàstic sobre el verde del Anxo Carro de Lugo? En primer lugar, iniciativa para manejar el cuero y atemperar el arrebato local. Dormir el partido suele reducir las posibilidades de que pasen cosas en los partidos. Una práctica que llegaron a dominar en la temporada pasada. La posesión genera nerviosismo en el equipo que necesita el gol.
También faltó ganar los duelos individuales por los costados. Los jugadores del Lugo consiguieron sobrecargar el área grana con centros laterales. Envíos que los atacantes gallegos lograban rematar muchas veces y aunque la defensa tapaba esos remates, concedían nuevos saques de esquinas y, con ello, más centros y nuevas ocasiones de gol.
Y, finamente, le falló la definición. El riesgo que asumió el Lugo en ataque garantizaba momentos al contragolpe. Pero los granas ni se prodigaron ni lo aprovecharon.
Álex Jiménez tuvo la más clara. Encaró al meta sin oposición, pero no encontró la manera de superarlo. Era el 2-3 que hubiera dejado en anécdota la pérdida del 0-2 y hubiera ratificado la buena sintonía del Gimnàstic de Tarragona en Galicia en Primera RFEF.
La racha del cuadro tarraconense sigue siendo buena en tierra celta. Tres victorias, un empate y una derrota en las cinco visitas ligueras desde que arrancó la nueva competición. Este domingo (15.30 h) tienen una nueva oportunidad de incrementar esos buenos números ante el Arenteiro, en el estadio de O Carballiño (Ourense).
Para entonces, la plantilla grana habrá hecho autocrítica y habrá aprendido a manejar mejor su ventaja y, en el caso de ponerse por delante, cerrar la victoria. Los objetivos pasan por saber gestionar esos momentos.
De los siete partidos disputados, los de Dani Vidal se han puesto por delante en seis de ellos