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El Gorg de l’Olla, la piscina natural creada por una bruja

19 enero 2023 11:57 | Actualizado a 19 enero 2023 12:09
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A su paso por Farena, las aguas del río Brugent han excavado un canal que forma un inconfundible salto de agua. Su acción ha dado forma al Gorg de l’Olla, una poza de bastante profundidad visitada por centenares de personas en verano. Ahora bien, lo que pocos de estos visitantes saben es que, de acuerdo con la leyenda, el lugar era poblado por las brujas de mayor renombre de las montañas. Es más, un pergamino del siglo XVII del Monasterio de Poblet sostiene que el Toll de l’Olla fue obra de una hechicera que, en el 1617, salvó a los vecinos del valle de una enfermedad que puso en jaque sus propias vidas. En esta ocasión, nos adentramos en el valle del río Brugent en busca de una aldea medieval, una piscina natural y una leyenda que ha pasado desapercibida.

Dificultad de la ruta

Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza analizando factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de una ruta de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que esta supone y, por otra parte, de los obstáculos o condiciones del camino. De esta manera, desde el punto de vista de la dificultad física, el recorrido es fácil, siendo su desnivel anecdótico. En lo que respecta a la dificultad técnica, el único obstáculo lo representa un bloque de piedra un tanto resbaladizo a causa de la erosión. La cuerda que había antaño ha desaparecido, luego habrá que prestar atención en este breve descenso.

De camino a Farena

El punto de inicio es Farena, el pueblo de origen medieval desde el que se emprendió el ataque a Siurana, el último reducto en manos sarracenas. La población, situada en una colina antaño coronada por un castillo y protegida por murallas, domina el valle por el que circula el río Brugent. Quienes quieran disfrutar tanto del pueblo como de la ruta deberán madrugar, pues el lugar es muy frecuentado, sobre todo los días de verano, y el aparcamiento es escaso. En cualquier caso, el camino hasta Farena nos invitará a hacer más de un alto en el camino para disfrutar de sus vistas. Por ejemplo, a nuestro paso por La Riba tendremos una visión privilegiada de la Torre del Petrol, una fortificación construida en la cima de la montaña de PuigCabrer durante las guerras carlistas.

Rumbo al Gorg de l’Olla

Este recorrido, que puede hacerse o bien circular o bien de ida y vuelta, es fácil de seguir. Desde Farena tomamos el Camí de la Solana, un sendero estrecho que en 3,3 kilómetros conecta con la poza. Una vez que alcancemos el gorg, volveremos por el sendero que sube a su izquierda. Este se ensancha al cabo de un par de minutos, convirtiéndose en una pista forestal que conduce hasta el Camí de la Cadeneta. Finalmente, llegaremos de nuevo a Farena evitando deshacer nuestros pasos. Esta última parte es más transitada por su accesibilidad. De hecho, la gran mayoría de los visitantes hacen la ida y la vuelta por este camino.

La leyenda del lugar

El Toll de l’Olla, de la misma manera que Els Avencs de La Febró, es un lugar de leyenda. Se dice que, a principios del siglo XVII, el río Brugent acogió a las brujas de mayor renombre de las Muntanyes de Prades, entre las que estaba Farebona, una bruja buena. En el primer cuarto de siglo, los vecinos del valle empezaron a caer enfermos. Se trataba de una fiebre similar a la de la peste negra que, en cuestión de un par de días, acababa con la vida de su portador. La preocupación creció tanto como el número de casos. Así, ante la falta de una explicación médica, un grupo de valientes decidió tomar cartas en el asunto pidiendo ayuda a Farebona, cuyo hogar conoció un pastor cuando ésta le acogió durante una tormenta. Este fue el pacto que hicieron: mientras la bruja recogía los ingredientes necesarios, los vecinos debían buscar una olla en la que cupiera un litro de agua por enfermo. Esto era, un recipiente de 1.000 litros de capacidad.

A pesar de sus esfuerzos, los vecinos fracasaron en su cometido, volviendo con las manos vacías. Sin embargo, la bruja tuvo una idea: les pidió que la dejaran sola y, cuando se habían alejado lo suficiente, se escuchó un estruendo que provenía del río. Al parecer, Farebona había utilizado como olla el lugar que hoy conocemos como el Gorg de l’Olla. Preocupada por que el recipiente no se llenase a tiempo, pronunció unas palabras que invocaron la lluvia más intensa hasta entonces. Esta es la historia de cómo los vecinos consiguieron superar dicha enfermedad.

El diluvio de 1617

Lo cierto es que el 3 noviembre de 1617 se registraron episodios de lluvias torrenciales en un otoño ya de por sí lluvioso. Por ejemplo, el caudal del río Ebre creció tanto a su paso por Tortosa que destruyó 150 casas. De esta manera, la leyenda de la bruja Farebona podría ser un intento por dar una explicación fantástica al suceso, pues se decía que las tormentas eran provocadas por reuniones de brujas que solían tener lugar en los puntos más altos como, por ejemplo, según apunta el folclorista catalán Joan Amades, en la Roca Corbatera de la Serra del Montsant.

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