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Todos somos Mahsa Amini

16 septiembre 2024 07:09 | Actualizado a 16 septiembre 2024 07:11
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Hace dos años, en Irán, Mahsa Jina Amini fue asesinada por llevar el velo mal puesto. Aquel crimen desencadenó una revuelta que tuvo eco en el mundo civilizado. La insurgencia acuñó el lema ‘Mujer. Vida. Libertad’, que pone a la mujer en primer lugar, la vida en el centro y la libertad como fin último de sus reivindicaciones. Hoy, en Occidente, aquella insurrección ha devenido en un eco apagado, cuando no una molestia.

Mahsa ha pasado a ser un nombre sin sustancia, como el de Aylan Kurdi, el niño kurdo ahogado en una playa turca en su intento de llegar a Europa huyendo de la guerra en Siria. Aylan es hoy una portada vieja y su caso no cambió la política migratoria de Europa. Al contrario, muchos países han endurecido sus fronteras. Incluso Alemania. La inquietud por las guerras, las tiranías o el subdesarrollo —raíz de las migraciones— se ha evaporado y los migrantes son vistos como un incordio o un problema. Como las mujeres. O las minorías. Paradójicamente, Europa ha perdido el temple para presionar a la dictadura islámica, pese a que su política internacional consiste, digámoslo sin rodeos, en perjudicar las vidas, los valores y los intereses de los europeos —los nuestros— sin ahorrar siquiera el recurso al terrorismo.

Las iraníes son objeto del odio de un régimen autoritario y patriarcal, que utiliza todos los medios a su alcance para recortar sus derechos

Las mujeres son las grandes víctimas de este negligente desinterés de la Unión Europea y de sus Estados miembros. Desde la revolución islamista de 1979, las iraníes han sido objeto del odio de un régimen autoritario y patriarcal, que utiliza todos los medios a su alcance para recortar sus derechos y dejarlas al margen de la vida pública. El uso obligatorio del velo es el principal vehículo de este apartheid de género. Proscribe el cuerpo de las mujeres, sometiéndolo a normas estrictas e invisibilizándolo bajo capas de tela. Es el baluarte ideológico de la teocracia iraní, su excusa para «someter a una mitad de la población a la vigilancia de la otra», como recuerda la escritora francoiraní Soror Kasmaí. Quizá la nueva comisionada de exteriores de la UE, una mujer, sirva para algo. Todos somos Mahsa Amini, especialmente los hombres.

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