Es el tercer año consecutivo que las aguas residuales de Tarragona (de la ciudad de Tarragona) muestran la presencia tanto de restos de cocaína como de las sustancias que nuestro cuerpo genera una vez consumida en la orina. No solo muestran los restos, sino que Tarragona repite la medalla de plata tras Amberes por tercera vez. Tarragona es la segunda ciudad de Europa donde el consumo de cocaína es más elevado. La Universitat Rovira i Virgili participa en este estudio europeo del Observatorio de Drogas y Toxicomanías de la Unión Europa, de la mano del Grup de Cromatografia i Aplicacions Mediambientals, que dirige el catedrático de química orgánica, Francesc Borrull. Este grupo centra su actividad investigadora en el desarrollo de métodos analíticos para la determinación de compostes orgánicos de interés medio, centrándose principalmente en procesos agudos del tracto, estudios de la calidad de la zona y muestras biológicas. Los datos que se obtienen permiten realizar un estudio de cálculo del riesgo a largo plazo para la población.
Tomamos nuestro tiempo para explicar bien quién está detrás del estudio porque creemos que es de justicia reivindicar la ciencia y el rigor de la URV en este tema. El problema es que los datos que se obtienen «no se ajustan» a la fotografía que los cuerpos de seguridad del Estado y los Mossos d’Esquadra tienen de la ciudad de Tarragona. No se ajustan, no se explican, no se creen. La ciencia es la repetición de resultados. Es decir, cuando un estudio que se realiza bajo condiciones iguales da los mismos resultados, nos está diciendo la verdad. No hay margen de duda. Lo que es extraño es la indiferencia y la nula reacción que un dato así provoca. Que sepamos, no se han pedido más estudios para corroborar el del Observatorio europeo, no se han tomado medidas especiales para comprobar qué está pasando.
El consumo de drogas es un problema social, no de seguridad, pero es cierto que el tráfico que presupone sí que es un problema de seguridad. Este podium repetido es algo que debería preocuparnos, debería hacer saltar las alarmas, debería, como mínimo buscar una explicación coherente. Pero hasta la fecha, la indiferencia es lo único que tenemos.