Cuando se habla de hacer una ciudad accesible para todos hay que tener muchos factores en cuenta. Uno de los principales es que la gente que tiene que ir en silla de ruedas o que debe utilizar algún vehículo para desplazarse lo pueda hacer con toda normalidad. En algunas calles de Tarragona, sobre todo las céntricas, ese problema no existe o está bien disimulado. No pueden decir lo mismo los vecinos de la calle Robert d’Aguiló. Los que viven en el tramo entre la Baixada del Miracle y el cruce con la calle Mestre Benaiges se encuentran con una carrera de obstáculos. Pasos de cebra sin rampas, pavimento en mal estado o espacio insuficiente para pasar son algunos de los problemas que se encuentran. Una situación que es un verdadero quebradero de cabeza para gente con silla de ruedas o con carritos de niños pequeños.
Los bloques de pisos más afectados son los números 37, 39 y 41 de la calle. En ese tramo, hay hasta tres pasos de cebra que no tienen rampa para subir y son verdaderas barreras estructurales. Dos de ellos se pueden entender, ya que vienen de escaleras donde la gente con silla de ruedas no puede acceder. El problema está en el paso de cebra que toca al cruce con la calle Mestre Benaiges, la cual da acceso a la playa del Miracle. No tiene rampas y subir a la acera que da a los pisos es tarea imposible para algunos. Precisamente, Agnés Busquets, pregonera de las fiestas de Santa Tecla de 2020, compartía en Twitter una imagen con su padre en silla de ruedas sin poder subir. Lo describía como un «despropósito» y se preguntaba cómo aún había esas «barreras arquitectónicas». Busquets también lamentó que hicieron la solicitud para que lo arreglaran en febrero y aún seguía igual. Ese paso de cebra tan problemático está justo delante del número 41. En el bloque vive Manel Sanromà, uno de los vecinos que tiene dos hijos y aún van con carrito. En su edificio viven «tres personas con silla de ruedas que las pasan canutas». «Hay un señor que lo viene a buscar cada mañana una ambulancia y no lo pueden bajar. Lo tienen que cargar», lamenta.
La Baixada del Miracle, peor
Otro de los puntos negros de la zona es la Baixada del Miracle. Àlex Pardo, también vecino y con dos hijos, ya pidió al Ajuntament que se arreglara la acera. El paso de peatones no cuenta con rampa en ninguno de los dos lados y en medio de la curva que da acceso a Robert d’Aguiló hay una farola que impide el paso. ¿La solución? Ir por la calzada, un grave problema por la velocidad que cogen los coches en esa zona. Por ello, pidió que «se ampliaran las aceras y que se pusieran las medidas oportunas para reducir la velocidad». El Ajuntament instaló señales de preferencia para los peatones, pero de poco sirvió. «Las señales ni se ven. Hay veces que voy por la calzada y los coches me pitan», detalla.
Sanromà y Prado coinciden en decir que la calle está abandonada y que es secundaria. Creen que, en la zona, no se ha tenido en cuenta la política que se sigue en el resto de la ciudad, donde el protagonista es el peatón. Pasear bien por ese tramo es casi misión imposible.