Los restauradores que trabajan en los barrios de Reus están «sobreviviendo» como pueden. La situación «no es para tirar cohetes», pero el nivel de clientela «se mantiene». La situación de los negocios del casco antiguo, aunque sigue siendo «compleja» por la crisis económica actual, se percibe por los emprendedores de la restauración en los barrios como «diferente»: «La visibilidad siempre será mucho mayor para ellos, no hay iniciativas que promocionen los restaurantes más alejados».
Los profesionales de los bares y restaurantes del Tomb de Ravals hacia fuera han notado, por otro lado, la inflación en su quehacer diario y no han observado mejora a raíz de la campaña Navideña. «La clientela se queda más tiempo en la terraza y consume menos», «los clientes se quejan de que el precio ha subido y toman menos cervezas» y «la rutina de los comensales ha cambiado, ahora optan más por las comidas y menos por las cenas». Éstas son aportaciones que hacen al Diari algunos de los trabajadores, y asociaciones de vecinos lo ratifican todo.
«La clientela ha cambiado sus hábitos, viene más a comer», cuenta su experiencia José Antonio Castellano, a cargo del Restaurante Bar Stick del barrio Juroca. El establecimiento, con una treintena de años de trayectoria, suele acoger a gente de Reus y de fuera de la ciudad. «La subida de precios se nos hace cuesta arriba. El aceite se ha encarecido y productos que acompañan muchos de nuestros arroces, como el bogavante, sale a precio de oro. La inflación ha repercutido en todo, la gente lo ve y si vuelve, significa que te lo valora. Lo cierto es que tiempos son difíciles», insiste Castellano preocupado.
En otro punto de la ciudad, la presidenta del barrio Immaculada, Esperanza Torrijos, explica que observa que los bares y las cafeterías de la periferia «se mantienen sobre todo por los vecinos que vienen cada día». «Todos van haciendo lo que pueden, pero varios negocios se están recuperando todavía de los ERTE que hicieron al llegar la pandemia. La realidad es que varios no han vuelto a la situación anterior a la pandemia y la campaña de Navidad nunca se ha notado en los barrios», remarca Torrijos, quien incide que, además, cada negocio «tiene una situación particular».
El barrio de La Pastoreta también acoge varios casos de propietarios que hacen de tripas corazón con la situación y que como confirma la presidenta de la asociación de vecinos de la zona, Puri Flores, «tiran hacia delante». La representante vecinal subraya que para los bares y cafeterías del barrio, la situación «no está siendo fácil, no solo ha sido la pandemia, sino la guerra de Ucrania». «Había ilusiones cuando terminó la temporada más contagiosa de la Covid, pero la sucesión de altibajos no ha dejado que muchos negocios levanten la cabeza», reconoce Flores, aunque se muestra positiva en general: «El barrio está creciendo, tiene mucha vida y nos ayudamos los unos a los otros, que es lo más importante».
Seguimos en La Pastoreta y desde la brasería Museo del Jamón, de la avenida de La Salle, María expresa que pasan por una época «muy cruda», pero «nos debemos a nuestro público familiar, que también viene de fuera de la ciudad». «Junto a las cervezas ofrecemos tapas elaboradas y platos abundantes, no podemos permitir que nuestra calidad decaiga, porque perderíamos mucho». «Nosotros, a pesar de la inflación, hemos mantenido los precios de cara al tique final y cuidamos nuestra relación con los proveedores», comenta María, quien recuerda que los ERTE y siete meses cerrados por la Covid les ha dejado huella.
En otro barrio de la ciudad, en Horts de Miró, está Eric Arias. El joven acaba de ponerse al frente del Restaurante Bar Toribio, antes regentado por Natividad Magaz, la segunda generación al frente del negocio familiar. Magaz, de hecho cuenta que el negocio funciona «muy bien, conservamos el puesto en el mercado, pero quería reorientar mi trayectoria profesional y dejé el bar en muy buenas manos».
Emprender en tiempos difíciles
Eric Arias, quien está «muy ilusionado» con el proyecto, es consciente que son tiempos «complicados». «Por suerte, cuento con un equipo con experiencia. Estuve también trabajando en otros establecimientos del centro de Reus y queremos conservar la esencia de lo que siempre ha sido el Toribio», confirma Arias. Su cocina fusionará, eso sí, la cocina tradicional con la tailandesa. «No es lo mismo trabajar en el centro que en el barrio. En el núcleo de Reus siempre atraerás a un cliente de paso. En cambio, en un barrio, si los clientes vuelven, es porque haces las cosas bien», asegura Arias.
En otro orden de cosas, y desde la Associació d’Empresaris d’Hostaleria de Tarragona (AEHT) en Reus, su vicepresidente, Víctor Perales, expresa que «los negocios de restauración del centro de la ciudad y de los barrios van en direcciones distintas»: «Mientras que en el casco antiguo captamos gente que vive y se mueve por allí, en los barrios, los restaurantes, bares y cafeterías se nutren de los vecinos que acuden allí a diario o muy a menudo».
Al mismo tiempo, el vicepresidente de la AEHT en Reus menciona las «buenas» cifras que han tenido los restaurantes del centro durante el pasado verano y el balance, también positivo, de la campaña de Navidad. «Las iniciativas pensadas en los barrios tienen que ser personalizadas y la de Navidad iba enfocada en la zona centro de la ciudad, con el objetivo de captar visitantes de fuera, también», indica.