Por mucho que este Nàstic de Tarragona a veces complete actuaciones dignas de un equipo campeón en Primera RFEF, la realidad dice que un equipo tan frágil en defensa y tan poco fiable como visitante tiene casi imposible pensar en un ascenso directo. Si acude al play-off es porque su ataque y su ritmo de puntuación como local se empeñan en ello. El Sestao descosió todas las cicatrices que los de Dani Vidal parecían tener ya cerradas. El conjunto grana volvió a ser un equipo temeroso, sin contundencia defensiva y que exhibió esa versión acomplejada lejos del Nou Estadi.
Un inicio para el olvido
El estadio de Las Llanas le puso los pies en el suelo al Nàstic cuando el papel de aluminio seguía intacto en el bocadillo de la merienda. Un simple balonazo sirvió para poner en jaque a toda una defensa. La pelota acabó en Leandro Martínez, que la controló e hizo lo que quiso con Gorka Pérez. Con su cintura lo tumbó, porque el vasco parecía deseoso de irse al suelo en una mala acción defensiva, y el capitán cruzó la pelota al palo largo de la portería de Dani Rebollo. El Sestao se adelantaba en el minuto 5, en el peor contexto de partido posible para los tarraconenses. Tocaba remontar, al igual que ante la Ponferradina. Pudo parecer sencillo la jornada pasada, pero en esta categoría, ni mucho menos lo es.
Antoñín lo empataba
Al gol precedió un mar de dudas de un Nàstic que se veía atropellado por un Sestao que tenía claro cómo hacerle daño a los de Dani Vidal. Con su efectivo juego directo y la falta de contundencia en el juego aéreo de los granas, las ocasiones iban llegando. Fueron dos tiros claros los que manejaron los de Igor Oca ya con el 1-0 y sin que se hubiera cumplido el minuto 10. Para fortuna grana, ambos disparos no encontraron portería de milagro.
El Nàstic, ese equipo que tiene la suerte de contar con un ataque afilado, encontró el gol antes que el juego. Fue tempranero el tanto del empate y llegó en una acción en la que el olfato de Antoñín Cortés marcó diferencias. El malagueño recogió un disparo desde la frontal de Roberto Torres que había salido desviado, pero que convirtió en asistencia. Su control fue magnífico y su definición con el interior, al palo largo, aún mejor. Lo más complicado se había conseguido, pero lo peor estaba por llegar.
Nuevo golpe para el Nàstic
No habían pasado ni dos minutos cuando el Sestao volvió a exponer las vergüenzas del Nàstic en defensa. Los vascos metieron un centro al interior del área al que Diego Aznar accedió con todas las facilidades habidas y por haber. Dufur, que había perdido su marca de manera incomprensible, le dejó rematar solo en el punto de penalti. La volea le salió perfecta al delantero del Sestao, aunque Rebollo pudo hacer algo más. El onubense decidió acudir al remate con una mano cambiada, que le permitió desviar el tiro, pero no lo suficiente. La pelota tocó en el larguero y botó dentro. No se habían cumplido ni 20 minutos y el Nàstic ya había sido herido, curado y de nuevo herido.
El 2-1 era un resultado que reflejaba la superioridad del Sestao, que estaba entendiendo mejor el partido y, sobre todo, siendo más firme en su propia área. Al Nàstic, esa fragilidad defensiva casi le cuesta el tercer tanto en contra. En otro centro lateral, Leandro Martínez conectó una volea en la que nadie le defendió. El capitán pudo armar el disparo y su remate botó contra el césped antes de chocar con el larguero en pleno descenso. Se libraban los de Dani Vidal cuando la media hora de partido ya se vislumbraba.
En el final de la primera parte, el conjunto grana chocó contra la realidad de un transcurso de partido en el que el Sestao ofrecía síntomas de control y confianza en cada jugada. La única esperanza que hacía latir el corazón grana era que su calidad ofensiva y el ajustado marcador le permitían seguir con vida con toda una segunda mitad por delante.
El inicio de la segunda parte no fue nada esperanzador para el Nàstic. De nuevo, el Sestao fue un equipo con mucho más poso, que ganaba la mayoría de los duelos individuales y que seguía amenazando a un conjunto grana indolente en defensa y espeso en ataque. Los verdinegros tuvieron el tercero en una doble ocasión en la que Rebollo mantuvo con vida al Nàstic con una doble parada de mucho mérito. En la primera estuvo bien colocado y en la segunda, felino, para taparle todos los huecos a Diego Aznar en el rechace.
Gaizka ampliaba la ventaja para el Sestao
El portero de Lepe había salvado al Nàstic en dos ocasiones más tras aquella doble parada, pero no pudo hacer nada en el tercer gol del Sestao. Gaizka Martínez le ganó el salto en el córner a Marc Fernández y conectó un cabezazo al segundo palo al que no pudo llegar el guardameta grana. El 3-1 hundía al Nàstic en el minuto 60.
Antoñín dio esperanza
De repente, el Nàstic decidió mostrar personalidad y dominar el juego con el 3-1 imperando. Hasta marcó, pero el colegiado anuló el gol de Gorostidi por una falta previa inexistente a Iago Herrerín. El que sí que recortó distancias fue Antoñín Cortés que marcó en el minuto 88 y reavivó la fe grana. El conjunto tarraconense hasta tuvo el empate, pero Herrerín lo evitó y el Nàstic cayó en Sestao.
Los de Dani Vidal pueden perder este domingo la segunda plaza y la Cultural ya está a diez puntos tras vencer al Arenteiro esta misma tarde (1-0).