Jordi tenía el pelo rubio, peinado hacia atrás. Un pendiente en la oreja derecha y aros en un lateral de la nariz. Llevaba una barbita de pocos días que escondían parte de un águila en pleno vuelo que extendía las alas hacia la parte posterior del cuello y el pico de la rapaz a la altura de la nuez. sus ojos eran azules. Esta es la foto que su hermana colgó en redes del día que cumplió los 24, el último aniversario. No quiso fallar a la cita, aún sabiendo que su «brodi» ya no estaba.
Jordi fue hallado muerto el sábado 7 de octubre a última hora de la tarde. Nadie sabía de él desde hacía algún día y sus familiares fueron a su piso, en la calle de L’Estació para saber como estaba. Llamaron y rellamaron a la puerta, pero nadie contestó. Ante la incertidumbre, pidieron a la Policía Local de Montblanc ayuda y los agentes, acompañados de Bombers, abrían la puerta poco después de las 19 horas.
El joven yacía en el suelo, bocabajo con un charco de sangre. El aviso de la muerte se registraba a las 19.34 horas.
Era el momento de activar a los Mossos, pues el cadáver del hombre que yacía en el suelo tenía indicios de criminalidad. Lo confirmarían más tarde ese mismo sábado investigadores de Mossos. Y esa misma noche el Àrea d’Investigació Criminal (AIC) de la Policía Autonómica se hacía cargo del caso. Desde ese momento se cerraban todas las informaciones y se abría el abanico de las especulaciones.
La noche del sábado 7, del cuerpo de Jordi fue trasladado al tanatorio para su autopsia; su piso fue fotografiado con precisión y al cerrar la puerta, una cinta policial indicaba que era la escena de un crimen. Nadie sin autorización pocía cruzarla.
La noticia la difundió Mossos a la mañana del domingo 8 de octubre, el día en que Jordi hubiera celebrado sus 25 aniversario. Su hermana publicaría en esa jornada festiva un emotivo mensaje en las redes, donde las fotos de su difunto hermano recorrían juntos diferentes etapas de su vida, desde Nepal hasta Montblanc, donde ambos vivían actualmente.
La noticia de la muerte de Jordi noqueó a una capital de comarca que todavía tiene en la retina la tragedia en un camping de Montblanc. Los rumores se dispararon y las especulaciones de los motivos que terminó con la vida de Jordi corrieron de boca en boca sin confirmación policial en ningún momento. Montblanc es capital de comarca, pero un pueblo donde todo el mundo (o casi todos) se conoce.
Tampoco se supo la causa de la muerte ese día ni a fecha de hoy. No se ha difundido este dato. Solo se ha informado de la localización de un cuerpo inerte bocabajo y un charco de sangre. El móvil de la víctima un poco más allá.
Ni se sabe si tenía orificios de bala, ni punzadas de arma blanca o una fractura en alguna parte sensible provocada por un objeto contundente. Nada.
Mossos extrañamente no ha dado este dato del caso de Montblanc que no entorpece la investigación iniciada por el AIC. Incluso sorprende que la tragedia del futbolista Álvaro Prieto, encontrado entre dos vagones en Sevilla, se dio a conocer la causa de la muerte de una forma rápida y transparente: electrocutado por la catenaria.
15 días después de la muerte del joven de Montblanc, la información oficial es la misma que la del día 8. La investigación está en curso y no hay más que decir. Algunas fuentes consultadas por el Diari apuntan que la falta de pistas e indicios sólidos puede ser una de las razones por las que el silencio de la muerte con signos de criminalidad de Jordi sea tan hermético.