Clara Solà Oliach tiene 37 años y recuerda que, hasta no hace mucho, se encontraba «chafada, frustrada, sin energía». El motivo es que, pese a que lo deseaba intensamente, no tenía trabajo. «Es que soy una persona muy inquieta», explica.
La situación, no obstante, cambió hace unas semanas porque desde la asociación Down Tarragona, donde ya participaba en algunos programas como usuaria, la han contratado para hacer tareas administrativas.
Ha sido en el marco del Projecte Blau, un programa de la entidad y Tarragona Impulsa para favorecer la inserción de las personas con síndrome de Down y otros tipos de discapacidad en la empresa ordinaria.
Formación y esfuerzo
Cuenta Clara que durante su etapa escolar no existían, como ahora, estudios adaptados para las personas con discapacidad, así que le tocó esforzarse mucho para conseguir completar dos ciclos formativos que estudió, uno de comercio y márketing y otro de gestión administrativa. «Las cosas van mejorando, ahora hay más opciones», opina.
Decidida a seguir con su formación, cuenta que «soy muy de hablar inglés», por lo que sigue recibiendo clases de este idioma cada sábado con un profesor particular. También está estudiando Excel dos días a la semana.
Clara ha tenido diferentes empleos en los que se ha sentido a gusto, pero en muchos casos se trataba de prácticas no remuneradas. Ha trabajado en una tienda, en una estación de servicio, en limpieza en una industria, en un comedor escolar...
En su trabajo actual está contenta y «tengo más energía». Cuenta que «en algunos momentos necesitamos más apoyo (los trabajadores con discapaciadad) que otros, pero con ganas y actitud llegamos a todas partes», dice.
Entre las labores que tiene encomendadas están «abrir puertas, atender al público, destruir documentos, hacer algunas compras...», relata.
El Projecte Blau tiene una duración de seis meses e incluye una formación específica en Tarragona Impulsa para permitir que Clara adquiera y refuerce las habilidades que necesita para su trabajo.
El otro objetivo del programa es ganar independencia en otros aspectos de su vida personal como el transporte o el manejo de dinero. Clara cuenta que vive con sus padres y les pide que le enseñen labores como programar una lavadora. Ya sabe hacer macarrones a la boloñesa.
Sus compañeros de trabajo ya la conocían y destacan de ella su empatía, su fuerza de voluntad y su puntualidad. Ella termina haciendo un llamamiento a otras empresas: «Necesitamos oportunidades, que nos dejen entrar porque nos cuesta un montón».
l En Catalunya solo el 20,5% de las personas con discapacidad tiene un empleo y, sin embargo, es uno de los mejores índices de todo el Estado según los datos del Instituto Nacional de Estadística. En España, el 64,7% de las personas con discapacidad en edad laboral es inactiva: no tiene empleo ni lo busca.