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Lograr que los niños vayan caminando a la escuela, la asignatura pendiente

Análisis. Pese a los esfuerzos de los últimos cursos, todavía son pocas las familias que se organizan para que sus hijos puedan ir andando a clases. El cambio cultural se resiste y la escuela se queda sola ante un problema que es de todos

17 enero 2025 20:24 | Actualizado a 18 enero 2025 07:00
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Cuenta Lluís Delclós, técnico de la cooperativa de movilidad l’Escamot, encargada por parte del Ayuntamiento de Tarragona de llevar adelante el proyecto de caminos escolares en la ciudad, que cuando se habla en las escuelas de la posibilidad de que los alumnos vayan caminando solos a clases la idea prende inmediatamente entre los niños. «Enseguida se emocionan y te preguntan cuándo comienzan», explica.

Y es que, ir andando a la escuela (como seguramente hacían sus padres) tiene beneficios constatados para los niños: les aporta autonomía, les da responsabilidad, mejora su salud, propicia la socialización (la idea es queden con compañeros para ir a clases)... Además la ciudad también sale ganando con menos tráfico y menos contaminación.

En entrevistas a algunos niños cuyas familias se han atrevido a dar el paso cuentan que no cambiarían por nada ese rato de ir solos conversando con los amigos hasta la escuela. Los padres, por su parte, se sorprenden con la madurez que demuestran sus hijos «nunca más me he tenido que ocupar de despertarle», contaba una madre.

Pero, entonces ¿por qué cuesta tanto que la idea se extienda? Aunque hacía tiempo que la idea rondaba, fue en 2018 cuando el Ayuntamiento anunció que comenzaría un proyecto de caminos escolares. Se trata de itinerarios seguros y bien identificados que los niños puedan usar para ir a la escuela. El sistema propuesto es un ‘pedibús’ con paradas en el recorrido donde los alumnos se van juntando con sus compañeros.

Con la pandemia por medio, no fue sino hasta 2021 cuando comenzó el trabajo en los centros. Se anunció que participarían 10 escuelas y un instituto y se realizaron reuniones con diferentes departamentos municipales. Al curso siguiente participaron cuatro y en el 23/24 fueron seis. Para el curso actual son solo dos: PAX y El Miracle.

El trabajo ha sido exhaustivo y se ha intentado trabajar con todos los colectivos de la escuela: las familias, los docentes y los niños. Entre las numerosas actividades que se organizaron se realizó una prospección muy detallada, en el papel y sobre el terreno, con los propios niños para ensayar el camino que tendrían que realizar desde sus casas hasta la escuela y las dificultades de todo tipo, desde accesibilidad hasta seguridad, que podrían encontrarse en el trayecto.

La realidad, no obstante, es que fueron pocas las familias las que se decidieron a dar el paso de organizarse y dejar que sus hijos fueran solos a clases. La excepción fue la escuela PAX, que lo asumió como un proyecto de centro. Allí la idea cuajó y ya las familias llevan varios cursos involucrándose.

La idea en el curso actual es desarrollar una ‘caja de herramientas’ para los docentes de las dos escuelas que participan. Se trata de una capacitación para acompañar a estos maestros y ofrecerles los conocimientos que necesiten para seguir impulsando la autonomía entre sus alumnos.

Delclós, que es arquitecto especializado en urbanismo, ha estado involucrado en procesos similares en otros municipios y reconoce que se trata de un proyecto educativo (en Tarragona lo impulsa el Institut Municipal d’Educació IMET) pero ha faltado que se involucren otros actores. «Es poner muchas expectativas en que un proyecto educativo cambie la forma de moverse de toda la ciudad».

«Desde hace décadas sabemos que deberíamos ir hacia hábitos como cambiar el vehículo privado por el público o ir más caminando, pero es que hacer estos cambios implica renuncias. Solemos pensar en lo que nos es más rápido o más cómodo», apunta.

Se necesita, además, ponerse de acuerdo, organizarse, y eso también requiere esfuerzo.

La concejala de educación, Isabel Mascaró apunta que «desde el Ayuntamiento somos conscientes de que los centros educativos tienen multiplicidad de necesidades a las que dar repuesta, y este es un proyecto que tiene éxito si tanto el centro como el AFA lo incorporan en el proyecto educativo de centro, pero seguimos trabajando para que la cultura de una movilidad basada en hábitos saludables y la autonomía de los niños, cale entre los ciudadanos».

La intención, explica, es no abandonar la idea «las escuelas de Tarragona que deseen trabajar y fomentar estos hábitos, podrán seguir haciéndolo porque desde el Ayuntamiento queremos seguir apoyándolos».

En resumen, tal vez es hora de comenzar a plantarse si, una vez más, estamos encargando a la escuela que solucione un problema que es de todos.

l Este curso, en el marco del proyecto de caminos escolares, se ofrecerá una formación en ciclismo urbano para docentes interesados en fomentar la cultura de la movilidad y la autonomía del alumnado. La inscripción y el reconocimiento serán a través del Centre de Recursos Pedagògics del Departament d’Educació.

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