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«Si es por los niños, irían andando a la escuela ¡ya!»

Movilidad. El ‘pedibús’ para ir a la escuela avanza a distintas velocidades en los cuatro centros que tratan de implementarlo

28 mayo 2023 20:52 | Actualizado a 29 mayo 2023 07:00
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Marta es alumna de quinto de primaria de la Escola Pràctiques y reconoce que llegar a la escuela cada mañana en coche «es muy estresante. La gente aparca regular, ponen multas... Y además es malo para el medioambiente».

La niña no exagera; comprobamos como en la calle de acceso a la escuela (que solo tiene un carril de idea y uno de vuelta que acaban en una rotonda) hay vehículos mal aparcados, bocinazos, niños que cruzan entre los coches porque el paso de peatones ni se ve... Por la zona circulan, además, quienes van a la URV, la Escola Estela y la Escola d’Art i Disseny de la Diputació.

Pero una vez que la hora de la entrada ya ha pasado es el momento de ensayar otras maneras de moverse. Hoy Marta y sus compañeros de las dos clases de quinto se dedicarán, de la mano de Lluís Delclòs, arquitecto y miembro de la Cooperativa l’Escamot, a hacer una inspección de las rutas que podrían utilizar para poner en marcha un ‘pedibús’ hasta la escuela.

Se trata, como su nombre lo indica, de unas rutas a pie con unas paradas y unos horarios establecidos para que los niños, junto con otros compañeros (o con algún adulto en función de la edad), pueden ir de su casa a la escuela.

La suya es una de las cuatro escuelas de la ciudad, junto con PAX, Miracle y Dominiques, que este curso están intentando poner sus pedibús en marcha de la mano del Institut Municipal d’Educació de Tarragona, IMET, que ha encargado a l’Escamot, concurso mediante, que les acompañe y les guíe técnicamente en todo el proceso.

Un diagnóstico concienzudo

La salida a la calle de los niños de Pràctiques es solo un paso más del proceso. Antes ha habido reuniones con las familias y sesiones en clase donde han identificado las direcciones de cada uno y consensuado las mejores rutas a seguir en un plano.

Hoy toca salir a inspeccionar lo que han dibujado sobre papel y se dividen en grupos: los que controlan el tiempo, los que ven las condicciones de seguridad y confort de las paradas donde se van a encontrar, los que analizan el trayecto mismo y los que controlan que nadie se pierda. Aunque van acompañados de adultos, los niños desde un primer momento se mueven de manera bastante autónoma y atentos al tráfico.

Lo primero que inspeccionan es la parada de autobús de la N-240 en la que tienen que bajarse los niños que vienen de Sant Salvador. La primera en la frente: la parada es una isla; no hay paso de peatones ni nada parecido para llegar hasta ella. Un niño, además, advierte con buen criterio de que apenas hay sitio frente a la marquesina si a los 25 que están inspeccionando esta ruta les diera por esperar allí. Algún niño, sin duda, acabaría en la carretera.

Pero, con todo, pese a la discusión sobre la seguridad de la ‘parada-isla’, terminan haciendo otra reflexión. Mona, que vive en Sant Salvador, explica que ella cada día se baja en esa misma parada y va andando hasta la escuela. Está contenta de que su familia confíe en ella para hacer sola el trayecto. A su lado, Sara, que vive en el mismo barrio pero a quien cada día su madre lleva en coche hasta la puerta, la mira alucinada. Antes le habíamos preguntado si se atrevería a ir sola al cole y había reconocido que «me daría miedo». Ahora, viendo el ejemplo de su compañera, cambia de opinión: «Sola no me atrevería, pero con Mona, sí».

Y es que, más allá de identificar las dificultades, ese era uno de los objetivos: conseguir que los niños reflexionen. A todos los que preguntamos (fuera de alguno que vive en otro municipio) querrían ir andando a la escuela.

El viernes de esta semana las familias del centro que lo deseen podrán participar en una prueba piloto del pedibús. Albert Fabregat, miembro del la junta de la Associcació de Famílies, AFA, reconoce que aunque han hecho toda la difusión posible el proceso va más lento de lo que les gustaría. «Es un cambio cultural importante; hasta que la gente no lo vea le va a costar. Esperamos que cuando vean el ejemplo den el salto», dice.

La situación de Pràctiques se asemaja a la que se ha dado en Dominiques. Allí la presidenta del AFA, Meritxell Vilella, también reconoce que hay distintas velocidades entre las familias. «Lo hemos cogido con ganas pero es un proceso». Ellos ya llevaron a cabo dos pruebas con alumnos y familias y una de las cosas que más les gustó fue que «los niños se divirtieron mucho. Los veías hablando con sus amigos y no dependían de los padres... Es algo que yo hacía cuando era pequeña y quedaba con mis amigas para ir a clases», recuerda.

A ellos el ejercicio también les ha llevado a reflexionar sobre el tráfico en los alrededores de la escuela que creen que habría que pacificar. «Se necesitan cambios en el entorno», dice.

Dedicar horas de clase

En la Escola El Miracle han decidido ir más allá y este último trimestre lo están dedicando a la sostenibilidad. En el caso de los cursos de tercero y cuarto han decidido centrarse precisamente en los caminos escolares.

El maestro Ignasi Donado explica que han dedicado parte de su horario lectivo a responder una pregunta: ¿Serías capaz de llegar a la escuela de manera segura y autónoma?

Así, se han dedicado a analizar al detalle las barreras arquitectónicas que rodean la escuela (como las escaleras del Amfiteatre que se llevan la palma), pero también distintos peligros como los pasos de peatones cercanos donde los coches van demasiado rápido, o los excrementos de paloma que hacen que los recorridos sean menos agradables.

Están haciendo fotos y una relación de todo para hacerlo llegar al Ayuntamiento a través de la aplicación Epp! o por correo, según el caso. Prometen, incluso, una manifestación en la Plaça de la Font para dar a conocer sus reivindicaciones. Todo esto ha hecho que los alumnos estén cada vez más impacientes por comenzar a ir solos a clases: «Si es por los niños irían andando a la escuela ¡ya!», explica el maestro.

Por lo pronto, los propios niños han redactado un correo electrónico para las familias donde les explican todos los detalles de los horarios y paradas, porque el pedibús funcionará durante la última semana de clases.

Donado dice que ha sido una gran oportunidad «para trabajar valores como la convivencia, la cooperación, el cuidado del entorno y la responsabilidad no solo individual sino colectiva».

Pero donde están más adelantados, sin duda, es en la Escola Pax, donde los alumnos mayores ya habían comenzado a ir andando el curso pasado. Actualmente los de sexto ya van solos y unos 25 alumnos de quinto y cuarto también han comenzado este año.

Lluís Delclòs, de l’Escamot, explica que la idea era ‘sembrar la semilla’ asesorando a las escuelas pero que hay que entender que se trata de «un acto organizativo, no de una infraestructura».

Resume Delclòs que ahora de lo que se trata es de que las familias se apropien del espacio público y de que, a la vez, el entorno urbano acompañe. No puede ser solo un proyecto educativo, señala, sino que hay que involucrar a otros departamentos municipales.

De cara al curso que viene el IMET se ha comprometido a seguir acompañando a las escuelas que han comenzado el proceso que lo deseen así como a cualquier otra que se lo plantee.

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