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Niños que van andando solos a la escuela: atípico pero no imposible

El programa de caminos escolares ha dado resultados dispares en la ciudad de Tarragona, pero la idea ha prendido en algunas familias. Así lo ven los niños que participan

13 junio 2024 19:20 | Actualizado a 14 junio 2024 07:00
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Rambla Vella, 8,45 de la mañana. En la calle el tráfico es intenso y en la acera es fácil distinguir a padres que llevan a sus hijos de la mano. En medio de todo aparece una estampa de lo más atípica: un grupo de niños, sin adultos que les acompañe, que se ha juntado para ir a andando a la escuela.

Todos son alumnos de la Escola El Miracle y, tal como explica Arlet, de once años, todo comenzó el curso pasado cuando fueron a explicarles a su escuela cómo funcionaba un ‘pedibús’; o lo que es lo mismo, cómo podían ponerse de acuerdo los alumnos para ir a clases cada día caminando junto con sus compañeros.

Desde entonces ella y sus amigas Alba, Júlia y Neus quedan para ir caminando a la escuela. Ahora, que está todo rodado, la única intervención de sus padres consiste en tener un grupo de WhastApp en el que avisan si alguna está enferma o se va a retrasar. Julia cuenta que le gusta comenzar el día acompañada de sus amigas y a Alba, que vive más lejos, sus padres la acercan en coche, pero ya no la llevan hasta la puerta de la escuela.

A pocos metros de ellas están los más pequeños, Joaquín, Lúa, Ibai y Sisco, que tienen entre 6 y 9 años. Comenzaron a quedar con las mayores pero, pasado un tiempo, decidieron montar un grupo por su cuenta para ir hablando de sus cosas. Son puntualísimos.

Aprendiendo a trazar el camino

La Escuela el Miracle es una de las cuatro de la ciudad (junto con Pràctiques, Dominiques y Pax) que inició el curso pasado el programa Camins Escolars impulsado por el Institut Municipal d’Educació y encargado a la cooperativa tarraconense l’Escamot.

Este año se han sumado dos nuevas escuelas: Pau Delclòs y Sant Pau, a la par que se ha seguido asesorando a las que ya participaban y han mostrado interés.

Ona, Carla, Daniel y Hugo tienen entre 10 y 11 años y son, justamente, de los alumnos del Sant Pau que este año han formado parte del programa. Junto con los técnicos de l’Escamot han hecho un trabajo detalladísimo dentro y fuera del aula.

$!Alumnos del Col·legi Sant Pau estudiando la ruta para ir andando al colegio. Foto: Cedida

Comenzaron con un gran plano de la ciudad estableciendo los sitios donde vivía la mayoría y posibles puntos de encuentro y rutas. Posteriormente ensayaron esas rutas sobre el terreno calculando tiempos y viendo posibles problemas de seguridad que se encontraban. Aunque creen que hay cosas que mejorar, como baldosas en mal estado, o salidas de aparcamiento más señalizadas, todos tienen ganas de ir andando a la escuela y alguno ya lo ha probado algún día. Cuando hablamos con ellos estaban a punto de presentar las conclusiones a sus familias.

Una implementación desigual

El resultado del esfuerzo que se ha hecho para poner en marcha los caminos escolares ha sido desigual. En algunas escuelas, como PAX, ya son muchas las familias que optan por esta vía. En otros casos ha habido interés pero la idea no ha acabado de cuajar.

Los alumnos que participan en el programa estudian las rutas sobre el terreno

Lluís Delclós, técnico de l’Escamot. explica que después de las sesiones con los alumnos, estos piden más ir solos a casa, aunque el papel de las familias, a título individual es la clave. En los casos en los que ha funcionado mejor es donde ha habido, además, una implicación de maestros y directores.

Berni Álvarez, concejal de educación explica que el ayuntamiento seguirá impulsando la idea de que los niños vayan andando a clases porque es clave para la sostenibilidad, pero también porque aumenta la autonomía de los niños y ayuda recuperar el espacio público como lugar de relación y aprendizaje. «Estamos apostando mucho, pero somos conscientes de que cambiar la cultura de movilidad es complejo e intervienen muchos agentes y factores», apunta.

Adelanta que seguirán apoyando a los centros que quieren continuar y «trasladando las problemáticas y propuestas de intervención en la vía pública que han surgido del trabajo con los niños y la familias, a los departamentos municipales correspondientes». Pero insiste: «se necesita de la implicación directa de las familias, que son las que tienen que favorecer un cambio de hábitos de movilidad».

Tal vez sería interesante recordar que muchos de los padres de los niños que ahora van a la escuela, no hace tantos años, ya iban caminando solos al cole.

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