Los coches han sido las principales víctimas de las fuertes lluvias de los últimos días. Tanto es así que los talleres mecánicos ubicados en la Part Baixa de la ciudad no se dan abasto reparando coches. Algunos ya no tienen arreglo porque el agua entró en el motor y es más caro arreglarlo que comprarse otro, según los mecánicos. Ayer por la mañana, la mayoría de talleres de la calle Real se centraban en los vehículos dañados por las fuertes lluvias del martes y del miércoles.
Era el caso de Marcel Quirós, propietario del taller Boxes Mecànica Integral, situado en la calle Real. «Nos han llegado cinco o seis coches y dos motocicletas con daños y desperfectos a causa de la lluvia», explicaba Quirós, quien aseguraba que en la mayoría de los casos el agua había entrado en el motor. Normalmente la reparación es cara. «El agua es un elemento que no se comprime», explicaba.
La mayoría de los vehículos que estaba arreglando se encontraban aparcados entre la calle Smith y la calle Castaños la noche del temporal. «Hay un Nissan Terrano aún aparcado en la calle Castaños. No se enciende el motor y por lo tanto no lo podemos trasladar hasta el taller», explicaba Quirós.
A pocos metros de distancia se encontraba el taller mecánico Carpi. El propietario, Manuel Domínguez, acababa de recibir un vehículo dañado por el fuerte te temporal de la noche del martes. «Dependiendo del modelo del coche, arreglar el motor puede suponer unos 2.000 euros, lo que significa que muchos de los vehículos ya no se arreglarán e irán directos al desguace», explicaba Domínguez. Algunos propietarios de los coches mostraban su sufrimiento en los talleres por si el seguro no les cubría los daños por lluvia.
Dos días sin coche
Irene Aguar nunca olvidará el temporal de la noche del martes. Su garaje, ubicado en la calle Castaños, quedó totalmente inundado y la empresa encargada aún no ha conseguido sacar el agua, lo que significa que su coche lleva dos días atrapado en el párking y con el agua que sobrepasa las ruedas. Aguar dejo su vehículo el martes a las siete de la tarde.
Al día siguiente, a las nueve de la mañana, fue a buscar su coche cuando se dio cuenta que su garaje se había convertido en una piscina. Fue a trabajar en autobús.
«Llamé al mecánico y me dijo que no se me ocurriera sacarlo. Primero deben sacar el agua y luego llamaremos a la grúa», explicaba Aguar, quien aseguraba que «hay la misma agua que ayer. La empresa nos dice que las tareas se complicaron porque el miércoles volvió a llover». Aguar exige que se inspeccionen las alcantarillas de la calle Castaños.