Cualquiera que tenga un niño/a a punto de comenzar la escuela, sabe que estos días se desarrolla una frenética actividad de puertas abiertas en todas las escuelas. Lo que tal vez no conozca es que hay centros donde apenas van familias a esas visitas porque permanecen casi invisibles para sus vecinos.
Justamente esta realidad es la que ha impulsado la puesta en marcha de la campaña ‘Aquí comença tot’, promovida por la Fundació Secretariat Gitano, la aFFaC (Associacions Federades de Famílies d’Alumnes de Catalunya), el Col·lectiu d’Escoles contra la Segregació y la Fundació Bofill. A la misma se han sumado 90 escuelas de Catalunya, 22 de ellas en la demarcación de Tarragona. Hay 15 escuelas de Reus, 3 de Tortosa, y una en Amposta, Valls, Tarragona y Torredembarra respectivamente.
Tal como explican desde la Fundació Bofill, «año tras año, las jornadas de puertas abiertas de los centros con más proporciones de alumnado de familias con pocos recursos económicos acostumbran a ser decepcionantes por la poca asistencia, a pesar de contar a menudo con proyectos pedagógicos potentes que quedan invisibilizados».
Y es que, tal como explica Bernat Ferrer, impulsor iniciativas contra la segregación de la Fundació, uno de los objetivos es abrir una reflexión sobre el hecho de que hay muchas familias de clase media, con estudios universitarios, que cuando escolarizan a sus hijos ni siquiera contemplan a escuelas que están en su barrio por miedos y prejuicios «y prefieren coger el coche para llevar a sus hijos a la otra punta de la ciudad. Hay decisiones familiares micro que luego tienen un impacto macro en la sociedad».
Superando prejuicios
De superar prejuicios saben bien en la Escola Saavedra. En los últimos años la escuela ha hecho un gran esfuerzo para explicar a la ciudad su proyecto educativo.
Son pioneros en robótica, pensamiento computacional y arte y tienen convenios con la URV y el Museu d’Art Modern, pero han tenido que trabajar mucho «para que la gente entienda que la realidad de la escuela no es la misma que en los años 80 o 90», explica su director Sergí Moncusí.
El esfuerzo ha comenzado a dar resultados y la escuela comienza a ser más heterogénea. Pero no se puede, explica Moncusí, bajar la guardia. De hecho en su caso siguen haciendo las visitas de puertas abiertas de manera individual, familia por familia. «Somos una escuela de una sola línea y por eso para nosotros es un valor conocer a las familias», señala.
Apunta Bernat Ferrer que hay que tener en cuenta que la calidad educativa está garantizada en todas las escuelas «los maestros se forman en las mismas facultades» y además muchas de estas escuelas hay mucha innovación porque han tenido que desarrollar sus estrategias para atender las necesidades de sus alumnos más vulnerable.
A nivel social, además, estudiar en la escuela de barrio hace que se establezcan rasgos de amistad con los vecinos y ayuda a los niños a tener una visión más amplia del mundo.