Ya estamos en el mes de Diciembre, como cada año. Y llegamos a grandes pasos a la Navidad. Habrá, pues, que volver a la Fiesta de la Navidad, para intentar descifrar su significado en nuestra época. En principio, parece claro que tiene poca importancia en estos tiempos tan revueltos y tan relativistas, en los que resulta casi imposible encontrar asideros sólidos y de referencia, a los que acogerse.
Tendremos pues, los creyentes cristianos, que mirar de nuevo a la Estrella, como miraron hace más de 2.000 años los Magos de Oriente, para que nos lleve, en nuestro personal camino, al Portal de Belén. Allí, podremos ver y contemplar al Niño Jesús, nacido de María, con la compañía de San José, que tuvo que ponerlo en un burrito, en una larga huida, para salvarlo del poder de Herodes, que quería matarlo en los primeros meses de su vida.
En el Portal de Belén, encontraremos a los pastores con sus rebaños, a los ángeles con sus cánticos y a los Reyes Magos, con sus regalos de oro, incienso y mirra. Allí, cuando la Estrella nos esté indicando el lugar, podremos adorar al Niño Jesús, que ha venido con la extraordinaria misión de hacer de Salvador de la humanidad. Y podremos encontrar el verdadero sentido de la vida que nos ha dado nuestro Creador y Padre.
Unos 30 años después, con la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, que era aquel Niño Jesús, ya hecho hombre y voluntariamente ofrecido como Redentor del ser humano, nos quedará claro el Sentido de nuestra vida y la causa original de nuestra Esperanza. Y ya se nos irá explicando y renovando en el tiempo, con el paso de los siglos, a través de la presencia del Espíritu Santo. Que sigue presente y actuando para todos aquellos que quieran escucharle, desde el silencio y la atención, junto con la oración.
Así pues, deberíamos prepararnos con tiempo, llenos de Fe y Esperanza, para poder volver a visitar, como cada año, aquel Portal de Belén, en donde empezó nuestra verdadera Navidad. Y después, pasadas las Fiestas de la Navidad, podremos seguir con nuestra vida cotidiana en la que podremos practicar la Caridad, como referencia y guía para nuestro futuro.
En cualquier caso, si miramos hacia Europa, desde los últimos 2.000 años, no dejaremos de ver la importancia del cristianismo y de sus valores básicos, en la historia de sus territorios, desde la Gran Bretaña hasta los Urales. Y, naturalmente, en la historia de todos aquellos países y territorios, que desde la Edad Media, fueron adquiriendo una cultura y unos valores similares o iguales a los del cristianismo europeo. Por último, si queremos comprender los valores de la Ilustración moderna y de la Revolución francesa, de Libertad, Igualdad y Fraternidad, no andarán muy lejos de la esencia del cristianismo, dentro de nuestro mundo actual.