Miren la fotografía principal de nuestra portada. Contémplenla. Degústenla. La firma nuestro compañero Àngel Ullate. Pero bien podría ser obra de Joaquín Sorolla. Los niños, el mar y la playa –qué grandes cuadros nos regaló el maestro valenciano con esas temáticas–, pero también la composición, el dinamismo, el movimiento...
La vida se ve mejor con arte. Con referentes. No me haré el resabido y diré que los tengo a raudales, pero sí atesoro los suficientes como para poder intuir un Magritte en el final de ‘El Show de Truman’, o ver a Edward Hopper en los planos de Hitchcok. O para ver referencias cristianas en El Señor de los Anillos y las Crónicas de Narnia: ¿O acaso el pan de lembas no es la eucaristía, y Aslan el mismo Jesucristo? O para distinguir la Piedad de Miguel Ángel en la fotografía con la que Samuel Aranda ganó el World Press Photo en 2011. O para vislumbrar la sombra del Quijote en Mark Twain o Arthur Conan Doyle: algo hay de cervantino en Tom Sawyer y Huckleberry Finn; y en Sherlock Holmes y el Dr. Watson.
Así, leer, ir a exposiciones, ver cine y teatro, o escuchar música, resulta triplemente interesante: es gozar en directo de la obra; es encontrar esos hilos que conectan el arte pasado y presente; y es, también, revisitar ese cuadro, esa canción, ese libro o esa película sabiendo más que antes... Y disfrutarlos como si fuera la primera vez. Con ojos y oídos nuevos.