La estación del Camp de Tarragona es un punto neurálgico para la movilidad para todos, conectando a más de un millóin de usuarios. Esta cifra la sitúa como la séptima estación de alta velocidad más utilizada de España. Esto tiene mucho mérito. Mucho mérito por parte de los usuarios que tienen que superar la prueba de una conexión de transporte público mejorable y la escasa oferta de parking. Es innegable que los accesos a esta estación necesitan una atención urgente. La falta de un aparcamiento adecuado y la ineficiencia de los autobuses públicos son problemas que afectan no solo a los usuarios, sino también al desarrollo económico y social de la zona.
En primer lugar, hablemos del aparcamiento. La ausencia de un espacio suficiente y bien diseñado para que los viajeros dejen sus vehículos es un obstáculo significativo. Muchos usuarios se ven obligados a buscar aparcamiento en los campos cercanos. Dejan los coches en los arcenes, a la merced de vandalismo. Por no hablar de la nula seguridad de la zona, el peligro que se corre para ir a buscar tu coche aparcado como has podido. Un aparcamiento adecuado no solo facilitaría el acceso a la estación, sino que también podría convertirse en un punto de encuentro para quienes utilizan el transporte público, fomentando así una mayor integración entre los diferentes modos de transporte. El problema es que cuando se ha querido solucionar, no se ha tenido en cuenta a los propios ayuntamientos. Por otro lado, el sistema de autobuses públicos que conecta la estación con el resto de la ciudad y sus alrededores no está funcionando de manera óptima. Los horarios no siempre son convenientes, y la frecuencia de los servicios puede dejar mucho que desear. Esto desincentiva a los viajeros a optar por el transporte público, lo que contradice los esfuerzos por promover una movilidad más sostenible. Mejorar la red de autobuses, con rutas y horarios más ajustados a las necesidades de los usuarios, podría marcar una gran diferencia. Los alcades de La Secuita y de Perafort llevan al pie del cañón desde el inicio y son los primeros en reivindicar esta estación como punto neurálgico del área metropolitana. Hay que integrar la estación del Camp en la planificación, porque lejos o cerca es relativo. Depende de la calidad de la distancia.