La actitud genuflexa del líder de Vox, Santiago Abascal, ante el presidente de EEUU, Donald Trump, es de vergüenza ajena. No le importa que Trump pueda arruinar a empresas y agricultores españoles. Abascal recuerda a José Luis López Vázquez en la magistral Atraco a las 3. López Vázquez interpreta a un trabajador de banca que, cuando aparece una cliente, le suelta «Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo». Tal cual Santi con Donald. No es de extrañar que el propio Trump dijese que Abascal «hace un buen trabajo». Ambos son maestros del bulo y la demonización de la inmigración.
El general Agustín Rosety, que fuera diputado de Vox, ha abandonado el partido ultra y ha advertido a Abascal que «ser un patriota no es ser un lamebotas de Trump y aplaudir acríticamente todo lo que dice y hace». La Fundación FAES, que lidera el expresidente del Gobierno José María ‘ha sido ETA’ Aznar, también ha cargado contra Abascal: «No parece muy patriótico ni de derechas aplaudir aranceles de represalia contra productos españoles».
Aznar no tiene mucha credibilidad en plantar cara al Amigo Americano. El hombre que hablaba catalán en la intimidad metió a España en la guerra de Irak con tal de aparecer en el trío de las Azores. Todo vale por una palmadita en la espalda del inquilino de la Casa Blanca.
