Bienvenido sea el derribo del mamotreto del Miracle, la plataforma de cemento que nunca se ha utilizado por la falta de mantenimiento. Es una lástima el dinero tirado a la basura, pero si sirve para ‘airear’ la zona y apuntarse a la creciente moda de «naturalizar» espacios, bien derribado esté.
El derribo del mamotreto es un ejemplo del peculiar urbanismo de Tarragona. Y en esto son protagonistas los tres partidos que han gobernado la ciudad. Los pelacanyes tenemos por costumbre completar grandes instalaciones para luego retirarlas por, adivina, adivinanza, no haberlas mantenido. El ejemplo paradigmático es el jardín vertical de la Tabacalera. En su día fue objeto de orgullo, pero, poco a poco, se convirtió en un nido de bichos y suciedad. Daba asco andar por sus cercanías y se retiró.
Más allá del ‘pon y quita’, en Tarragona acumulamos edificios sin destino claro, infrautilizados o con grandes planes que se repiten como si fuera el Día de la Marmota. Solo cuatro ejemplos: la propia Tabacalera, el antiguo preventorio de la Savinosa, la ‘Casablanca’ (el edificio próximo a la Diputació que fuera un sociosanitario) y el Banco de España, donde, al menos, se celebra alguna exposición.
Hay proyectos para Tabacalera y el preventorio. ¿Se harán realidad? Esperemos que sí. La fe pelacanyera es inquebrantable.