El cambio de gobierno llevado a cabo por Pedro Sánchez no es unidireccional ni persigue un número limitado de objetivos concretos. Como todas las operaciones semejantes, a la formación de un equipo es el resultado de reflexiones complejas que, en muchos casos, incluyen argumentos inconscientes del propio promotor de la idea. En este caso, es muy obvio que Sánchez, que irrumpió inesperadamente mediante una moción de censura y que se afirmó tras las elecciones de noviembre de 2019 gracias a una inédita coalición, antes de encontrarse con la necesidad de capear una gran pandemia, ha decidido llevar a cabo una renovación de calado que, con la experiencia adquirida, le permita consumar esta legislatura y colmar las grandes expectativas que plantea, al tiempo que se prepara para realizar una oferta electoral seduzca al electorado den 2023.
La crisis ministerial contiene tres elementos definitorios: Uno primero, que se mantiene íntegramente todo el sector económico del gobierno, cuya cabeza indiscutible, Nadia Calviño, se convierte además en la primera vicepresidenta, y número dos del gabinete que sustituye al presidente en su ausencia. Junto a Calviño, el experto Escrivá continúa al frente de la protección social, Teresa Ribera asciende a la segunda vicepresidencia, la ministra de Hacienda María Jesús Montero acumula Función Pública, Darias sigue en Sanidad. Efectivamente, llega la hora de emprender la reconstrucción; de gestionar los cuantiosos fondos Next Generation; de aterrizar a medio plazo en la estabilización económica, en condiciones que inspiren confianza en Bruselas; de dejar preparada al término de la legislatura una reforma fiscal razonable que nos permita equilibrar la economía y actúe como factor solidario de nivelación social.
Nuestro país no se ha recuperado aún de la crisis de 2008 a pesar de la subida del salario mínimo y de la renta básica, y es hora de actuar decididamente en pro de una igualdad que no sólo favorecerá el nivel de vida sino que actuará positivamente en la productividad, como saben ya las modernas corrientes económicas.
Es segundo elemento es un guiño muy significativo al PSOE que debe poner término definitivamente a la ruptura generada por el golpe de mano que expulsó a Sánchez de la secretaría general. El retorno de Sánchez se apoyó en un equipo sostenido sobre todo por Carmen Calvo y José Luis Abalos, así como en el asesoramiento brillante del experto Iván Redondo, un politólogo profesional sin adscripción política. El tiempo de los tres ha pasado, y la cantera está en Ferraz. Prueba de ello es que su próximo jefe de gabinete será Oscar López, un socialista de pura cepa con magnífica preparación económica que en las primarias de 2017 no apostó por Sánchez sino por Patxi López, y lo hizo muy activamente. La discrepancia en unas primarias no puede ser motivo de una ruptura permanente del partido y es muy natural que, tras cada elección interna, toda la militancia se vuelque en cada caso en apoyo del ganador de la competición.
En definitiva, Sánchez da por zanjado aquel oscuro episodio, en una llamada a la unidad que fortalece la organización.
El tercer elemento contiene varios ingredientes modernizadores: Sánchez ha buscado rebajar la edad del Gobierno -la media ha pasado de más de 54 años a unos 50 años-, rebuscar entre los valores del municipalismo en el que hay grandes cabezas, descentralizar por tanto la cantera de las elites circulantes, y reforzar la presencia de mujeres en el Ejecutivo (ya es el gobierno europeo con más mujeres). Los más jóvenes y recién llegados tendrán un mes y medio para ponerse al día hasta que en septiembre vuelva la intensidad normal del proceso político.
El cambio de gobierno ha sido, en definitiva, un potente golpe de timón que ha zanjado rencillas antiguas, ha infundido savia nueva y tendrá seguramente una mayor capacidad de atracción que las figuras desgastadas que se han marchado. Figuras a las que habrá que buscar un acomodo. Carmen Calvo sería la sustituta ideal en el Consejo de Estado de una María Teresa Fernández de la Vega que ha manifestado su deseo de jubilarse. Y Abalos, magnífico conocedor del partido y del país, podría ser un valor al alza en Ferraz, si reconsidera su decisión de marcharse, quizá lastrado momentáneamente por sus problemas personales.