Como Joe Biden no deja de repetir, y con razón, la democracia estará en juego en las urnas el próximo 5 de noviembre, día de las elecciones presidenciales estadounidenses. Este hecho conocido por todos, las elecciones americanas tienen la regularidad de un reloj suizo y se celebran el primer domingo del mes de noviembre cada cuatro años, es hoy el escenario de una pesadilla hecha realidad después de la catastrófica actuación en el debate contra Donald Trump. El presidente demócrata se había encerrado para organizarlo con el único objetivo de desenmascarar las mentiras de Donald Trump. Esta confrontación también debía despejar las insistentes interrogantes sobre el estado de salud del más viejo ocupante de la Casa Blanca, alimentadas en los últimos meses por numerosos signos de debilidad. Pero debido al doloroso espectáculo ofrecido por un Joe Biden apagado, a veces confuso hasta la incoherencia, la campaña presidencial girará ahora exclusivamente en torno a su edad, eclipsando el peligro real representado por Donald Trump.
La retirada de Biden es un salto al vacío pero su continuidad puede significar la desaparición electoral del partido demócrata
Después del debate, surge la pregunta sobre la continuidad de la candidatura de Joe Biden, y la respuesta es negativa. Su retirada constituiría un salto al vacío, aunque no faltan talentos demócratas, pero se impone un deber de verdad. Al entorno del presidente saliente, que hasta ahora ha silenciado las preguntas más legítimas. Al Partido Demócrata, leal hasta la ceguera, que podría ser barrido en el Congreso en caso de una debacle presidencial. Esta decisión se la debe a los americanos y a todos, que podrán medir por sí mismos los efectos devastadores del debate en las próximas semanas. Hoy en Francia, en noviembre en los EEUU asistimos a la debacle de un sistema político que parecía tenerlo todo controlado. Como los bárbaros con Roma, los indeseables se han hecho con el poder desde el poder. Los resultados electorales son inapelables, aunque no deseables. Los veíamos venir, pero no lo quisimos creer.
