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Desextinguir especies no es una buena idea

13 abril 2025 19:13 | Actualizado a 14 abril 2025 07:00
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Pocas realidades del avance científico han excitado tanto nuestras novelescas mentes como la posibilidad de desextinguir especies. La opción de volver a traer a nuestro aquí y ahora la grandeza y espectacularidad de animales que sólo con contemplar sus impresionantes fósiles en los museos ya nos ponen la carne de gallina ha sido un sueño que muchos hemos tenido desde pequeños. Tanto es así que escritores han explotado esta idea desde hace décadas. Posteriormente, el cine se ha encargado de meterlos en guiones que, aunque algo infantiles, con una buena dosis de fabulación y provistos de rentable dramatismo, han conseguido que nos quedemos con las narices pegadas a la pantalla contemplando la espectacularidad de los colosos vueltos a la vida. Pero ¿realmente es factible hacer esto? Y lo que es más importante, ¿debemos hacer todo lo que podríamos hacer?

Por muy excitante que parezca, que lo es, traer a la vida a especies extinguidas hace miles o millones de años no es una buena idea

Excepcionalmente, es factible acceder al genoma completo de una especie extinta. Esto es posible cuando las bajas temperaturas han preservado los tejidos (esqueléticos y blandos) de algunas especies desaparecidas. De hecho, en el permafrost siberiano se han encontrado ejemplares de mamut lanudo de hace 52 000 años tan ‘frescos’ como las chuletas de su congelador. Pero, por otra parte, ¿qué pasa con el nicho ecológico que ocupaba esta especie? ¿Existe en la actualidad? Consideremos que, muchas veces, la causa de una extinción está, precisamente, en el cambio de las condiciones ambientales donde estas especies extintas se desenvolvían. Si resucitamos una especie, la condenaríamos a vivir en una urna que recrease sus condiciones naturales perdidas. Peor incluso sería que su nicho estuviese ocupado por otra especie y creásemos una artificial e innecesaria pugna donde podría darse la paradoja de desextinguir el pasado para extinguir el presente. O todavía más grave, que las consecuencias de la interacción con otras especies de su nuevo entorno provocaran un desajuste del ecosistema de imprevisibles consecuencias. Incluso podría ser más apocalíptico si la especie resucitada actuase como reservorio de viabilidad de nuevas especies de virus que pudiesen generar enfermedades desconocidas para la humanidad. La ciencia debe conjugarse con la ética y con el sentido común.

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