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El Vaticano en Pascua, con el cónclave in mente

20 abril 2025 21:47 | Actualizado a 21 abril 2025 07:00
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En un Vaticano donde el ceremonial está regulado al milímetro, el escenario es sorprendente: mientras se celebraba la misa de Pascua en la plaza frente a la Basílica de San Pedro, el domingo 20 de abril, el Papa Francisco recibía, en sus aposentos, al vicepresidente estadounidense, J. D. Vance. Fue también durante esta misa, uno de los momentos más sagrados del año para los cristianos, que los servicios de la Santa Sede decidieron difundir un comunicado de prensa para anunciar este «encuentro privado de unos minutos», durante el cual ambos hombres pudieron «intercambiar sus saludos con motivo del día de Pascua». En este modo de proceder, se trata menos de la misión espiritual del Pontífice que de su poder temporal. El mensaje a la Iglesia y a la Curia es claro: menos de un mes después de haber salido del hospital, el Papa, de 88 años, pretende seguir siendo soberano en su reino y único dueño del calendario. Este mensaje no es del todo obvio porque Francisco está físicamente debilitado. El domingo apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro al final de la celebración, con el rostro pesado y congelado. «Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!», sólo pudo decir en un susurro a las 35.000 personas reunidas en la plaza. La bendición ‘urbi et orbi’ (‘a la ciudad y al mundo’) fue leída por el arzobispo Diego Ravelli. ¿Debemos ver en esto una voluntad del Papa de evitar la llegada al poder de figuras ya destacadas, como el número dos del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, cuyo activismo durante la hospitalización del Papa fue muy comentado? ¿O se trata principalmente de evitar que los debates sobre la sucesión ocupen demasiado espacio? El Papa es perfectamente consciente del riesgo. Ya en 2024, escribió en su autobiografía: «Al volver a mis hospitalizaciones, me dieron mucho que pensar, pero durante este tiempo, algunos estaban más interesados en la política, en hacer campaña electoral, casi pensando en un nuevo cónclave». El final de vida de los Papas tiende más a lo terrenal que a lo divino. Su poder continúa siendo inmenso tras casi dos mil años. La influencia de la Santa Sede es única en el mundo. De ahí que todos estén tomando sus posiciones para la carrera que se anuncia por llevar el Anillo del Pescador. A veces cuesta creer que todo esto sea gracias a las palabras de un judío barbudo de 33 años.

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