El librero A. J. Fikry es un tanto huraño. Abrió su librería Island Books en Alice Island, con su mujer Nic, con la mejor de las intenciones y toda la ilusión, pero desde que ella murió en un accidente de tráfico, ya no le interesan ni los clientes ni Alice Island. Al resto de los habitantes de la isla tampoco les interesa él, el foráneo. Es el protagonista de La vida del llibreter A. J. Fikry, de Gabrielle Zevin, autora de la exitosa Demà, demà i demà, ambas publicadas en catalán por Edicions del Periscopi.
Fikry es un desdichado, un infeliz. Lo único que le interesan son los libros. Ni la sociedad en general ni los escritores en particular. En realidad, su vida gira alrededor de la literatura y todo lo compara con ella, constantemente entrelaza lo cotidiano con lo literario. Si habla con el comisario Lambiase la noche del accidente de su esposa, ve la escena como dos personajes inmersos en una mala novela; si piensa en huérfanos, será Ana de las tejas verdes.
Un buen día alguien le roba un valioso manuscrito de poemas de Edgar Allan Poe, con el que, con su venta, Fikry pretendía jubilarse. Poco después, le dejan un bebé, una niña con una nota. Le quitan, le dan y ambas cosas le cambiarán la vida. Es inevitable sonreír cuando el librero compara el peso de la criatura con unas cuantas cajas de libros, piensa en cambiarle el pañal como si envolviera una novela para regalo o monta una trona improvisada a base de galeradas para darle de comer a la pequeña.

Si Fikry es desdichado, Amelia Loman, la comercial de una editorial, tampoco acaba de encontrar al hombre de su vida. Si bien la colisión inicial entre Fikry y Amelia fue funesta, el tiempo los recolocará. El tiempo también recolocará a Fikry en Alice Island. Las madres llenarán la librería; los policías también. Unas leerán Maeve Binchy, los otros James Ellroy. Y la comunidad se instalará en derredor del establecimiento.
Lejos de sentimentalismos y victimismos -los personajes no están exentos de problemas y desgracias- Zevin escribe una novela maravillosa. De amor por los libros, por la literatura, por los autores y por los vínculos humanos. Fikry deja de ser huraño -tan huraño- y se ve montando clubs de lectura a la carta.
Por sus páginas transitan Alice Munro, Las crónicas de Narnia y Moby Dick, Las brujas de Salem y Jo Nesbo. Cada capítulo está precedido por una breve nota del protagonista sobre un cuento clásico, que permite seguir su propia evolución.
La vida del llibreter A. J. Fikry se lee del tirón. Sencilla en apariencia, aunque profundamente emotiva. Entrañable y cálida. Zevin defiende en esta obra que los libros nos encuentran y que cada uno tenemos el nuestro. En cualquier caso, esta debería ser una cita ineludible para todo lector. Es buen seguro que hará las delicias de todo amante de la literatura.
La novela, traducida al catalán por Octavi Gil Pujol, es un homenaje a las librerías-refugios. Porque, como dice Amelia, «el oficio de librero tiene algo de heroico».