Hay dos periodistas, al menos, que recibieron tiros en las piernas. El más famoso fue el italiano Indro Montanelli, atacado por las Brigadas Rojas en 1977, cuando escribía en el periódico Corriere della Sera. Le alcanzaron dos disparos.
Otro fue Federico Jiménez Losantos, secuestrado por Terra Lliure en 1981. Pere Bascompte le dejó atado a un árbol y le despidió con un tiro a la rodilla.
Son procedimientos que nunca hubiera creído yo que fuera capaz de insinuar o avalar un presidente americano para detener la entrada de refugiados en su país por la frontera con México. La revelación del New York Times retrata, sin embargo, a Donald Trump y a su obsesión con la inmigración irregular. No podía caer más bajo alguien capaz de aceptar procedimientos mafiosos.