El reciente capítulo con la concesión de la grúa municipal –con una evidente mala gestión al expirar el contrato, por lo que ahora es la Guàrdia Urbana la que, de urgencia, debe gestionar el marrón con la ayuda de una empresa externa contratada por emergencia– ha hecho abrir los ojos al PSC: gobernar con solo nueve concejales en una capital de provincia del tamaño de Tarragona es muy complicado.
Pese a que se habla de una posible entrada al ejecutivo de Junts o En Comú Podem desde hace meses, lo cierto es que el calendario ya aprieta: o se hace ahora o ya no merecerá la pena. Los tempos administrativos son complejos, y con apenas dos años de gestión será muy complicado que el posible socio socialista pueda sacar rédito de arremangarse y dejar la oposición.
El alcalde, Rubén Viñuales (PSC), sigue apostando por «la estabilidad», por lo que insiste públicamente en la posibilidad de que «entren los dos» aliados –Junts y ECP– que recientemente aprobaron el presupuesto del 2025. ¿Cuál es el problema? Que son como el agua y el aceite. ¿Estamos ante un callejón sin salida? Podría ser que no. Existe la Via Mataró. O la de Lleida, en menor medida.
En la capital del Maresme, el PSC gobierna con los Comuns pero, de manera paralela, cuenta con un acuerdo de estabilidad externo con Junts. Es decir, socialistas y progresistas están en la Junta de Govern llevando el día a día, pero con objetivos compartidos a largo plazo con los juntaires, como un plan de inversiones y prioridades en materia energética, fiscal y de seguridad hasta 2027. A cambio del cumplimiento de todo ello, los de Puigdemont se comprometen a aprobar cada año el presupuesto de Mataró.
En la Terra Ferma, en cambio, el socialista Félix Larrosa gobierna con nueve ediles –como Viñuales– pero la pasada semana firmó un Pacte de Governança con Junts, que cuenta con cinco concejales para sumar mayoría. Los juntaires seguirán en la oposición, pero con el acuerdo se aseguran tener incidencia en la gestión de la Paeria hasta final de mandato.
¿Serían estos posibles modelos exportables a Tarragona para desencallar la situación política de la Plaça de la Font, ya sea con Comuns o Junts dentro o fuera del gabinete municipal? Nada es descartable. De hecho, la negociación y la presentación del presupuesto de este año ya siguió esta misma línea.
En otoño, el PSC abordó las conversaciones en paralelo y firmó acuerdos independientes con Junts y En Comú Podem. Incluso, el anuncio del pacto de las cuentas se hizo por separado. Primero, con ECP y, al día siguiente, con los juntaires. Esto sí, con un denominador en común: la presencia de Viñuales. ¿El alcalde podría optar ahora por integrar en el ejecutivo a uno de los dos socios y firmar, al mismo tiempo, un pacto de estabilidad externo con el otro? Con el 2027 ya en el horizonte, ha llegado el momento de tomar decisiones.