Casi la mitad de médicos que se colegiaron en Tarragona el año pasado son extracomunitarios. De los 259 facultativos inscritos, 98 se formaron fuera de la Unión Europea. La mayoría procedentes de países hispanoamericanos que llegan a Tarragona escapando de la inestabilidad política de su país y en busca de mejores condiciones laborales. Colombia lidera el ranking, seguido de Ecuador y Venezuela.
Casi todos cuentan con el título de médico certificado, que les permite ejercer como médico general. En cambio, solo el 10% de estos facultativos tiene la especialidad homologada. Es un trámite que cuesta mucho tiempo y esfuerzo. «Hay algunos médicos extracomunitarios que se tiran hasta diez años intentando acreditar su especialidad», explica Sergi Boada, presidente del Col·legi Oficial de Metges (COMT). Sin embargo, la falta de médicos obliga, tanto a la administración pública como a los proveedores, a contratar estos profesionales como especialistas, pese a no contar con la acreditación, es decir, pese a no haber superado el MIR.
Hay que destacar que estos profesionales cuentan con la formación y el título en su país de origen, pero no lo tienen homologado para poder ejercer en España. «¿Tu subirías en un avión en el que el piloto tiene el título acreditado, pero no las horas de vuelo?», se pregunta Boada, con el objetivo de entender mejor lo que está sucediendo. «No estamos en contra de estos profesionales. Todo lo contrario. Lo que pedimos es que se agilicen los trámites de homologación del título», dice Boada, quien añade que «es importante que sepamos quienes están capacitados para trabajar y quienes no».
Los médicos extracomunitarios que ejercen como especialistas lo hacen con contratos precarios y temporales, y sin posibilidad de acceder a una jefatura de servicio o de concursar por un puesto superior.
Evelio Blain es el presidente de la sección de médicos extracomunitarios del Col·legi de Metges de Tarragona. «La deficiencia de especialistas que hay en nuestro territorio obliga a los proveedores a tirar de profesionales de fuera. Les contratan como médicos generales, pero les hacen ejercer la especialidad. Les pagan como especialistas, pero se encuentran en una especie de limbo jurídico. Cualquiera puede impugnar su profesión. Están totalmente desprotegidos», explica Blain, quien añade «desde nuestra sección, damos apoyo y asesoramiento a facultativos que han sido demandados».
Blain asegura que «actualmente, los médicos extracomunitarios están sosteniendo la sanidad en nuestro país».
Esta sección nació hace cuatro años, cuando desde el COMT detectaron esta tendencia al alza. Actualmente, entre el 23 y el 25% de colegiados en Tarragona son extracomunitarios. «Las oleadas de migraciones dependen de los conflictos políticos y de la inestabilidad que hay en los países de origen. En el caso de la América Latina, España siempre es la primera opción», explica Blain.
El trámite de homologación del título es siempre una odisea. Por norma general, la acreditación del grado puede durar entre dos y tres meses y la da el ministerio de Educación. En cambio, la certificación de la especialidad se puede alargar entre dos y tres años, y depende del ministerio de Sanidad.
«Que los sistemas de formación de los países hispanoamericanos sean distintos a los de España, no significa que sean peores», añade Blain, quien exige a las administraciones «más agilidad» en la burocracia. «También pedimos que se les reconozca la especialidad a los médicos extracomunitarios que llevan más de cinco años trabajando aquí», añade.
¿Faltan médicos?
Es importante saber cómo hemos llegado hasta aquí. ¿Por que las administraciones se ven obligadas a contratar médicos de fuera? ¿Faltan médicos en España? ¿Sale muy caro formarlos? ¿Se van después del MIR? Son preguntas que nos ayudarán a entender mejor este fenómeno.
«Fabricamos más médicos que en otros puntos de Europa, unos nueve mil al año. Sin embargo, en el momento final de la producción, cuando hay que contratar, nos encontramos que faltan médicos y que hay que tirar de extracomunitarios», explica Boada.
El problema, según el COMT, es que hay una falta de planificación importante. «La oferta de especialistas que necesitamos no se ajusta con las ofertas del MIR», explica Boada. Para poner un ejemplo: si en Catalunya faltan diez anestesistas y solo saco cinco plazas, hay algo que no cuadra. «Reclamamos que la planificación de las plazas del MIR se hagan lo más cerca posible del territorio», explica el presidente del COMT.
Otro aspecto a tener en cuenta tiene que ver con que los estudiantes catalanes sacan peores notas que el resto en la selectividad. La sospecha es que el examen aquí es más complejo. En España hay lo que se conoce como distrito único y las notas de corte para entrar a Medicina son muy altas. «Esto significa que las universidades catalanas, sobre todo, las de Tarragona y Lleida, están llenas de estudiantes de Valencia y de Aragón», explica Boada. En el caso de Tarragona, el 60% de los alumnos de la facultad de Medicina son de fuera de la demarcación. «Como es normal, la tendencia de estos estudiantes es volver a su lugar de origen. El talento se va poco después de salir de la universidad», apunta el presidente del COMT, quien concluye: «No es que falten médicos, es que no hay una buena planificación».
Choque cultural
Hace aproximadamente un año, un estudio encargado por el Consell de Col·legis de Metges de Catalunya (CCMC) rebelaba que tres de cada diez médicos no sabían hablar catalán. Algunos pacientes se quejan de no poder ser atendidos en su lengua materna. «Los médicos extracomunitarios deben integrarse culturalmente al lugar donde ejercen, como cualquiera. El idioma es uno de los factores importantes», explica el presidente del COMT.
Por su parte, Blain desmiente que haya problemas por el idioma, e insiste en que «a los usuarios lo que les importa es que haya médicos y que les atiendan bien», y añade que «estos profesionales tienen el compromiso formal de hacerse entender en catalán y que la comunicación con el usuario sea fluida».
