Era un 5 de junio del 2018, cuando después de diferentes periplos, y pasar por algunos lugares, los Xiquets de Tarragona aterrizaban en el Pati del Pou. Hace cinco años de esto, y de momento la solución para tener una nueva casa no parece muy cercana. En menos de dos meses los matalassers tuvieron que dejar su sitio, donde estaban en la calle de Santa Anna, y hacían ensayos en el Palacio de Congressos, la Casa de la Festa, el local de los Xiquets del Serrallo, y finalmente aterrizaban en el Patio del Pou.
Era una solución provisional, pero poco a poco lo han ido adecuando para sentirse más confortables. Antes, en este lugar, existían unas oficinas del consistorio que tuvieron que ser trasladadas. El espacio ha cambiado, y ahora en lugar de mesas, sillas y ordenadores, hay una red para ensayar, tierra atenuante, fotos de castells y otros elementos relacionados. El pozo que podía verse en el centro, y los dos escalones que existían, han desaparecido. Tuvo que pasar un cierto tiempo, pero finalmente, pudieron sacarlo para estar mejor, y que los ensayos fueran más fáciles. Desde el grupo, se muestran satisfechos por poder contar con este espacio, ya que esto les está ayudando, y además no han tenido ningún problema, pero tienen ganas de tener una casa donde establecerse.
Los niños no tienen su sitio, y deben esperar en el pasillo mientras no hace ninguna prueba, las grallas están ensayando en la Casa de la Festa, aunque en algunos momentos lo han hecho en lugares privados, y no hay ninguna oficina para poder realizar tareas administrativas o de gestión. Oriol Olivé, presidente de los Xiquets de Tarragona, asegura que «es complicado no tener un sitio que sea nuestra casa». Estos cinco años «nos hemos ido adaptando, hemos ido haciendo, pero también tenemos ganas de tener un espacio». Y es que un local para una colla castellera es más que un lugar donde ensayar. Así como apunta Olivé «se realizan actividades, es un espacio de encuentro, donde los castellers y las castelleras socializan», por lo que trabajan para encontrar soluciones.
La presidenta que vivió todo esto de cerca, es Mireia González Mohedano, que estaba al frente de la organización cuando tuvieron que dejar a Santa Anna. Mireia comenta que cuando se les dijo que debían dejar Santa Anna «fue una sorpresa muy grande», ya que surgió a raíz de una acción del propio grupo para conocer el estado de unos espacios junto al local. «Quizá si no llega a ser por eso todavía estamos allí, no esperábamos que la situación fuera tan grave», dice la expresidenta, y añade que «encontrarnos sin local a principios de temporada era como una situación muy surrealista».
Considera que la falta de un espacio ha hecho sumar «un esfuerzo más que extra a diario, y a la gestión. Todo se traduce en mucho más trabajo».
En esto también coincide quien fue presidente durante toda la época de la pandemia, y hasta principios de 2023, Rafa Segarra. Segarra añade que «se ha pasado la travesía del desierto», haciendo referencia a todos los lugares donde el grupo ensayó. Considera que esto implica que «mucha gente no venga. Cuando nos marchamos de Santa Anna tuvimos una bajada muy grande», sin embargo, reconoce que el paro a raíz de la pandémia «nos ha ayudado», porque ha permitido que entrara gente joven. No tener un local propio, además, dice, que «hace que la gente se encuentre dispersa. Para realizar actividades debemos pedir permisos, y encontrar lugares alternativos donde realizarlas». Recuerda que hubo que esperar a que se adaptara el espacio, a pesar que ahora estan bien.
Un lugar es clave
Los tres coinciden en asegurar que un local es un lugar de encuentro, un punto clave para cualquier colla castellera. González reflexiona dicen que «no tener local para un grupo es jugar a unas reglas del juego diferente». Asegura que supone no tener «un espacio social, un lugar donde los niños puedan pasar tiempo, donde hacer actividad...»
Segarra piensa muy similar. «Perder tu origen duele, y sobre todo por así cómo nos tuvimos que ir». Cree que un local social para una colla castellera es un lugar donde todo el mundo se puede reunir, hacer actos sociales, los Reyes, el Tió, fiestas... «Todo lo que te puedes imaginar, se puede hacer en un local», dice el expresidente.
Con todo esto, los tres consideran que la propuesta de la sede del ICAC es la mejor, ya que se vuelve en una zona que está muy cercana a la calle Santa Anna, el lugar de origen de la colla. Además, está en la Part Alta, una zona muy querida por los matalassers.
Es el mismo Segarra quien reconoce que hay muchos niños y niñas de canalla que no han visto un local social, o ni siquiera estuvieron en la calle Santa Anna, porque no habían nacido, o todavía eran muy pequeños. Esperan solucionar la situación.