La noticia del cierre del Forn Mariné, en la calle Llovera de Reus, ha caído como un jarro de agua fría, tanto para la clientela como para el sector. Hacía 76 años, y a través de tres generaciones, que el negocio levantaba la persiana a diario, y lo hizo por última vez el sábado. Ese día, muchos clientes entraron sin saber que no lo harían nunca más y, al día siguiente, aparecía un comunicado en redes sociales a modo de despedida. El motivo: «La crisis que está sufriendo nuestro sector».
No es la única panadería que ha tomado la difícil decisión de cerrar, «y no descartamos que haya más», alerta el presidente del Gremi de Forners de Reus i Baix Camp, Ramon de la Fuente. Como explica, «de momentos, vamos a un cierre por año». Recuerda que el año pasado fue el Forn Cabré, que bajó la persiana tras 120 años elaborando pan, y el anterior, el Vilarrubí, en Almoster, también centenario.
La situación es preocupante y más aún porque el mismo sector no ve salida. «Si no bajan los precios de la energía, el futuro está muy negro», admite De la Fuente. Pone como ejemplo su propia factura del gas: «Antes pagaba 1.000 euros cada dos meses, y ahora son 3.000. Se ha triplicado». Una cifra que «no puede repercutir sobre la clientela», dice. Ante la situación, los panaderos, como muchos otros sectores, han tenido que subir los precios de sus productos, aunque «no compensa el encarecimiento». Aun así, «cabe destacar que los clientes lo entienden y están respondiendo», recalca De la Fuente, a la vez que agradece que «valoren la calidad del pan».
A pesar de mantener el volumen de negocio, «este sobrecoste no se puede soportar durante tanto tiempo y, a veces, las ganas se desvanecen». De hecho, cabe recordar que justamente el pasado mes de enero, el Gremi de Forners de Reus i Baix Camp participó en una parada simbólica de 15 minutos para protestar en contra del encarecimiento de los precios de la energía. Además, alertaban en ese momento del «riesgo inminente de cierre definitivo de muchas empresas si esta situación no se resuelve de forma urgente».
A pesar de las dificultades, De la Fuente subraya que el gremio trabaja constantemente en reinventarse, sacar nuevos productos «y potenciando fechas señaladas, como ahora San Valentín... Hacemos todo lo que podemos para que nuestros productos sean atractivos y que la gente siga comprando», recalca.
Hay muchas empresas a la cuerda floja por el encarecimiento de la energía y productos básico. Y aunque cualquier cierre es una derrota, que sean negocios con años de historia y, además, con ADN local y artesanal, es una derrota especialmente amarga.