Anthophilas

Han regresado. Como yo. Los dos cerezos están floridos sin complejos. El viejo tiene las flores algo más pequeñas, el joven, no se corta un pelo. Será un sakura corto, pero quizás antes de regresar ya estarán todos los pétalos en la tierra. Lo podremos disfrutar algunas horas más. La tranquilidad permite estas cosas. Contemplar un pétalo con su consiguiente insecto zumbón. Busco abejas desesperadamente, porque nada me aterra más que la desaparición de las Anthophilas. La etimología es la ciencia de las palabras y aquí nos vuelve a demostrar su capacidad de condensar en poco algo muy grande. Antho es flor en griego y phila es amor. Amor por las flores. Las abejas, dice una frase que circula por Instagram, no pierden un segundo en decirles a las moscas que la miel es mejor que la mierda. Hay tanto por aprender de ellas. Es cierto que las mariposas tampoco tienen la más remota idea de la belleza de sus alas. No las pueden ver con sus ojos desmesurados. Nadie dijo que la naturaleza sea justa. No lo es. La naturaleza se dedica a ser como es. Busco por internet y compruebo que los insectos que zumban encima de mi cabeza son bien ellas. Espero que Ursula von der Leyen las incluya en el Kit de Supervivencia. Porque no creo que podamos sobrevivir como especie con spaghetti a la puttanesca y navajas suizas.