La situación del Ebre subraya que la gestión del agua sigue siendo uno de los principales retos ambientales y sociales de nuestra región. El aumento del caudal en el tramo final del río, debido a las últimas lluvias, ha hecho que el escenario cambie. Los pantanos reflejan nuestra capacidad de retención de agua y los desafíos para garantizar el suministro a las actividades humanas y ecosistemas. Aunque los niveles han aumentado, lo que parece que puede asegurar una buena campaña de riego, algunas zonas, como el Priorat, siguen enfrentando reservas insuficientes.
La gestión del agua no puede depender únicamente de la naturaleza; requiere una planificación adecuada, coordinación entre los diferentes actores y una distribución equitativa del recurso. Uno de los aspectos cruciales de esta gestión es la coordinación de los desembalses. Aunque se suele afirmar que las empresas eléctricas tienen el control total sobre este proceso, en realidad, el desembalse involucra a varios actores que deben acordar las cantidades y los tiempos para evitar saturaciones y daños a infraestructuras. Esta coordinación debe optimizarse para ser más ágil y efectiva.
El agua es esencial no solo para el abastecimiento humano y la agricultura, sino también para los ecosistemas. El aumento del caudal en el Ebre tiene efectos positivos para el delta. Pero, la que faltaba: ahora los pozos de los agricultores se salinizan. Entre una cosa y otra, los cultivos van a acabar por desaparecer.
La gestión del agua debe ser vista como un desafío colectivo, que requiere la cooperación de todos los actores involucrados: administraciones, empresas y ciudadanos. La correcta planificación y distribución de los recursos es esencial para evitar no solo crisis hídricas, sino también para asegurar la salud de nuestros ecosistemas, que dependen de un flujo adecuado. Es necesario que los responsables políticos sigan trabajando para implementar soluciones a largo plazo, que incluyan el desarrollo de infraestructuras, el uso eficiente del agua y la concienciación social. Solo con un esfuerzo conjunto lograremos una gestión sostenible, equitativa y que permita a nuestras comunidades y ecosistemas prosperar de manera equilibrada.