«El arte siempre es un viaje sensorial. Es un pretexto para sentir emociones que alguien o algo provocan en ti, te remueve el interior». Esta reflexión de Mercè Mariné resume la esencia del Festival Mussart que, en su decimosexta edición, ha vuelto a llenar este sábado, 3 de agosto, de vida el pueblo de La Mussara.
Organizado por el Ayuntamiento de Vilaplana, con la colaboración de la Diputació de Tarragona, la velada se ha inspirado, por un lado, en la figura del periodista, escritor y poeta Vicent Andrés Estellés (coincidiendo con la conmemoración del centenario del nacimiento del valenciano), y, por otro, en el compositor del período del barroco Johann Sebastian Bach (1685-1750).
De esta manera, todos los caminos del arte han conducido hasta La Mussara. La conexión entre la pintura y la poesía de Vicent Andrés Estellés se ha materializado a través de siete obras, en una combinación de la belleza visual y la sensualidad de los versos del escritor, con la intención de seducir al público. «El erotismo provoca que el imaginario trabaje porque no es del todo explícito, esconde algún secreto o misterio», ha afirmado Mercè Mariné, directora artística del festival.
En esta ocasión, quienes han puesto en marcha la maquinaria de la imaginación y la creatividad han sido las pintoras y el pintor Adela Blasi, Dolors Mestre, Anna Mateu, Nati Toral, Dolça Huguet, Helena Vilanova y Jaume Queralt evocando así poemas como Els Amants o las estrofas de Aquella olor que tenia el teu cos... No era l’olor dels cossos que es perfumen. Era una olor com d’aigua, elemental, era una olor −ni tan sols era olor− de netedat i pulcra intimitat». «Vicent Andrés Estellés era un hombre muy sabio y con una humildad manifiesta», ha resaltado Mercè Mariné.
Un recital que tuvo entre sus rostros más jóvenes los de Leo Aymamí y Adriana Michaela Franyi. Mientras que el primero se ha dejado la voz y el alma en el poema L’ofici, rememorando de esta manera «el trabajo que hacían mis abuelos en su pastelería, a la hora de elaborar los pasteles, el pan...», la joven de 13 años ha dado un paso al frente para recitar Assumiràs la veu d’un poble, y que dice mucho de los sentimientos que despiertan en quien pertenece a un gran pueblo. Emociones que a Adriana Michaela le son familiares: «Tras pasar por Grecia y Rumania, desde hace diez años vivo en Vilaplana, y es donde mejor me siento», ha confesado ante el público, unas palabras que se han fundido con las de agradecimiento a Mercè Mariné por «la experiencia inolvidable y magnífica que significa participar en el Festival Mussart».
Seràs la fe i la medalla oculta, seràs l’amor i la ferocitat, seràs la clau que obri tots els panys, seràs la llum, la llum il·limitada escribió Estellés. En alusión a los versos, el violinista Joel Bardolet, acompañado por el músico y compositor reusense Joan Magrané, han sido la llave que ha abierto las puertas de la Església de Sant Salvador, emblema del antiguo pueblo de La Mussara, para acercar el virtuosismo del compositor Johann Sebastian Bach.
El público a entrado en el templo, declarado Bien Cultural de Interés Local (BCIL), para dejarse embelesar por la Chacona. «Teniendo en cuenta el poder telúrico de la iglesia, pensamos en Bach y en la Chacona, una de las grandes obras instrumentales del compositor, así como una de las más importantes para los cánones de la música clásica», ha contextualizado Joan Magrané.
Él mismo ha animado a los asistentes a quedarse con los siguientes tres adjetivos sobre la partitura: «Desproporción, por ser una pieza que se salía de lo que era normal en aquella época; la intensidad, una obra expresivamente muy potente, y, por último, la expresividad, en tanto que la estructura es muy variada y tiene muchas partes». Palabras que dieron paso al virtuosismo de Joel Bardolet, en una demostración de cómo, en ocasiones, «el propio instrumentista debe luchar contra su propio instrumento». No hace falta decir quien se ha proclamado vencedor.
Así, con el atardecer como testigo, bajo la dirección de Maria Clara Mora, la música ha cedido el protagonismo a la danza comunitaria. Trece mujeres de diferentes edades, todas ellas con lazos en Vilaplana, han demostrado como las artes escénicas pueden ser también una fuente de inspiración para crear y transformar a las personas. «La experiencia de la danza comunitaria ha sido muy bonita y única, porque a través del cuerpo y el movimiento hemos creado nuestras propias sinergias», ha asegurado Isabel Salvat. Una demostración más de cómo en el Festival Mussart todo coge otra dimensión en conexión con las personas y la naturaleza.