El ‘Ara Malikian World Tour’ llegó el pasado sábado noche al Camp de Mart de Tarragona con lleno absoluto y con un público algo ansioso de ver al violinista de origen armenio disfrutar con su violín tras la grave enfermedad que sufrió a comienzos de este año.
Puntual a la cita llegó Malikian con esa fuerza que le caracteriza y que te absorbe desde el minuto uno. Poco rastro queda de esa extraña enfermedad que le provocó la parálisis total de pies y manos. Tal vez se mueve un diez por ciento menos de lo que lo haría normalmente, pero ya os digo yo que este hombre es un puro torbellino encima de un escenario y agota solo verlo.
Con su ya famoso aspecto de estrella de rock, más que de artista de música clásica, en cuanto comienza a acariciar las cuerdas de su violín, ya no ves nada más que arte y sensibilidad a raudales en cada nota que Malikian va desgranando.
Acompañado de cuatro músicos (Ivan ‘Melón’ Lewis al piano, Georvis Pico batería, bajo y contrabajo Iván Ruiz Machado y guitarras Dayan Abad) Ara Malikian ofreció durante casi dos horas un espectáculo marca de la casa.
Si alguien cataloga a Malikian como el mejor violinista del mundo, yo lo secundo. Parece inhumana la velocidad y precisión con la que toca y los sentimientos que transmite hacen que el concierto se convierta en algo hipnótico, donde si parpadeas te lo pierdes. Nunca dos horas me pasaron tan rápido.
¿Monologuista frustrado?
Ara Malikian es una persona que transmite paz y bondad cada vez que habla, pero solo hay que escucharlo presentar sus canciones para ver que en él habita un humorista como la copa de un pino. Esas historietas, reales o no, ¡qué más da!, que cuenta para presentar cada una de sus canciones, provocaron en el público carcajadas continuas. Si alguna vez Malikian tiene que dejar de lado su violín le auguro un magnífico futuro como comediante. Un crack este hombre.
Muestra de esto es la historia que cuenta para presentar «Cerdos impostores» donde le da una buena bofetada a la música contemporánea y sus barreras. Imposible no reír. Y a renglón seguido se marca un solo de violín para luego rematar la interpretación con unas guitarras de alta tensión. Increíble. Tras esto nos interpreta la canción dedicada a sus dos hermanas en la que volvemos a sentir un duelo de guitarras absolutamente alucinante. De aquí a la primera palabra que pronuncia su hijo Kayro, «Ay Tikar Tikar» que da título a esta composición, para volver a la emoción hipnótica con el preludio número 4 de Chopin, que es uno de los favoritos del artista.
Kayro le pidió a su padre que compusiera una canción dedicada a su pasión por los calamares, y el resultado fue una maravillosa «Calamar Robótico», aunque el niño le dijo tras escucharla que eso no era un calamar... que claramente era una sepia... y cómo el propio creador expresa: «de unos padres raros, ¿qué esperabais?». Y otra vez a reír.
Y ya para finalizar interpretó la excelente y tierna «Nana arrugada», que compuso también en tiempo de pandemia y dedicó a todos los ancianos que morían en soledad sin nadie que les tendiera la mano en su último adiós. Una pena que desde estas líneas no podáis escucharla. Sentimientos a flor de piel y lágrimas contenidas fue el denominador común de la audiencia.
En resumen, Ara Malikian es un ser de luz, bondadoso y generoso con su arte que encandiló a Tarragona. Un virtuoso del violín y una persona a la que todos tendríamos que escuchar y ver una vez en la vida.
¡Al menos!