Carles Porta levanta pasiones. Así lo demostró el pasado jueves en Reus, donde presentó su último libro Tor: Foc encès, en la Casa Navàs. «Se lo debía» dice el mediático periodista. «Hace dos años tenía que venir, pero un accidente en la carretera me impidió llegar». Con un aforo completo y fans y seguidores en la calle, Porta habló de Tor y de sus pesquisas y andanzas en los casos en los que se ha involucrado.
No te diré que eres como Miss Marple o Sherlock Holmes, pero un periodista detective...
Hay una cosa que para mí es muy importante y es que yo solo soy un narrador. Lo que ocurre es que por el camino hemos encontrado cosas y las hemos hecho públicas, como es el caso de Helena Jubany, de la joven de Portbou y de Tor. Sí, de acuerdo, aquí he investigado más, pero fíjate que tampoco llego a una conclusión definitiva y no señalo a nadie en concreto porque se tiene que tener un respeto enorme. Esto es un trabajo que deben hacer los policías y el sistema. Fiscales, jueces, instructores... y no los periodistas.
Pero tienes información que te ha llegado con el apellido Aguilera de por medio.
A ver, ¿cómo lo resumo? Solo puedo emitir, solo quiero publicar lo que tengo contrastado, lo que tengo confirmado o lo que me explican dos o más fuentes. Y en el caso de los Aguilera hay un cruce de acusaciones que no tengo contrastado al 100%. Entonces, no lo puedo emitir. Como un contrabandista que primero entrevistamos, pero que después lo negó todo y yo no tuve tiempo en aquel momento de contrastarlo al 100%. Tanto con Tor como con Crims intento ser muy riguroso. Si no, pierdes credibilidad y a mí no me vale la pena del telediario. Cuando señalas a una persona tienes que tener muy claro que realmente tuvo algo que ver. O que estuvo investigada de verdad por aquel crimen. Porque si no, puedes hacer mucho daño sin base. Personalmente, no me lo permito.
Dices que eres narrador pero tu investigación ‘privada’ ha hecho reabrir casos.
Sí, es el caso de Helena Jubany. Conseguimos el clima y la información básica para que el abogado de la familia, Benet Salellas, pudiera pedir la reapertura a partir de su trabajo y de los elementos nuevos que pusimos sobre la mesa: un informe pericial que demostraba que había correos electrónicos que amenazaban a Helena o ahora, el ADN, que ha permitido una evolución enorme. ¿Sin la emisión de Crims se hubiera reabierto? Sinceramente, creo que no.
Cuando la familia ha perdido a un familiar, asesinado, ¿cómo lo encaja cuando te presentas en su puerta?
Tenemos un montón de peticiones de gente que nos pide que investiguemos casos de desapariciones o crímenes que han quedado sin resolver. Pero no lo podemos hacer. La verdad es que muchos nos los miramos un poco, pero no tenemos ni tiempo ni dinero para llegar más lejos de lo que ha llegado la policía. Si haces un reportaje o un capítulo de un caso sin resolver, podría ser que tuvieras que señalar a una persona que fue imputada, pero no condenada. En muchos casos incluso ni fue juzgada y en otros incluso fue absuelta. Entonces, ¿quiénes somos nosotros, como periodistas, para señalar a alguien que el sistema, la justicia, la policía, no ha condenado? Solo puedo hacer como en el caso de Helena Jubany, por ejemplo, si hay unas pruebas que la justicia no ha tenido en cuenta.
En el caso de la manta en el cadáver de Sansa... ¿Cómo te llevas con las fuerzas del orden?
(Jajajaja). Bien. Me llevo muy bien porque, en general, entienden que si alguien ha hecho mal una investigación lo puedes decir. Nosotros, en nuestros capítulos mostramos que lo han hecho mal, narramos que lo han hecho mal. Es más, narro cómo lo han hecho y queda claro que no lo han hecho bien. Como no juzgo, hace menos daño. Dejo que sea el espectador quien juzgue. Y en el caso de Sansa, es la manta y muchas otras cosas...
(...)
La investigación fue muy deficiente, por falta de medios, porque no había presión social. En aquel momento no guardaron la manta porque solo debían tener claro que era una manta que lo tapaba. Entonces no se hablaba de ADN. Igual que el cable que utilizaron para asfixiarlo. No lo guardaron nunca. ¿Por qué? Porque en el 95 nadie hablaba de ADN. Y este es un elemento muy importante. No podemos analizar un crimen del año 95 con la óptica de hoy porque entonces no había teléfonos móviles, ni ordenadores tan potentes como ahora. Todos estos son elementos que nos hacen perder la perspectiva de aquella época. En aquel momento prácticamente todo se basaba en testimonios, directos e indirectos. Hoy, la inmensa mayoría de crímenes se resuelven gracias al ADN o a la localización de los teléfonos móviles. Imagínate.
Maestro del ‘true crime’, ¿qué opina de lo que se hace en algunos medios o plataformas?
El 80% de lo que se dice que es true crime para mí no lo es. Para mí es un género narrativo en sí mismo. Es no ficción y ahora muchos de estos supuestos true crime son periodismo de sucesos con imágenes bonitas. Piensan que por tener un crimen ya es true crime. Y no. No todo es Truman Capote. Incluso hay programas que dan voz a asesinos, a gente condenada. Un señor que ha sido condenado por todas las instancias judiciales, si no aporta información nueva, si no pide perdón, para mí tiene poco sentido dejarlo hablar porque esto hace daño a las víctimas.
En Tor tienes muchas variables, una montaña comunitaria, los hippies, unas pistas de ski...
Una de las grandes virtudes de Tor, de la serie y de los libros no es solo este hilo narrador, de quién mató a Sansa. Eso es una excusa. La fuerza está en todo el paisaje que hay alrededor, sobre todo el paisaje humano. La antropología que hay en un territorio como este, que está todo muy concentrado. Realmente es muy curioso cómo se concentra tanta figura peculiar y extraña en un pueblo de 13 casas.
¿Quién vive allí ahora?
Nadie. En el momento en que cae la primera nevada ya no queda nadie. Durante el año vive una familia que es la de Casa Sisqueta, Pili y Lázaro. El resto tiene casa y sube de vez en cuando. Los hippies que subían cuando estaba vivo Sansa y El Palanca, esto se ha acabado.
Podemos decir que le debes mucho a Tor.
Le debo mucho, sí. Pero me lo he currado. 27 años vinculado a este caso, hablando con la gente, estirando, escuchando, publicando, emitiendo con muchísimo respeto. ¿Sabes qué es lo mejor? Que no se ha quejado nadie. Todos los vecinos, familiares y la gente más o menos implicada, a todos les ha parecido bien lo que hemos hecho y no era un catálogo turístico.
‘Puertas abiertas y fuego encendido’.
Esto viene de finales del siglo XIX, de 1896, de no dejar entrar a los forasteros para que se aprovecharan de la montaña. Las puertas abiertas es el concepto de pueblo, si son pocos y se conocen, no tienen miedo de que nadie les robe. Y el fuego encendido es un símbolo que utilizo para decir que este fuego pasó de las casas a las almas de la gente y este fuego hoy, aún está encendido porque aún hay odio, mucho o poco, entre algunos.
Como Puerto Hurraco.
Es la bestia humana. La bestia humana tiene este rencor, este odio que crece solo. Pero no solo en Tor. Hay muchos Tors.
¿Harás una última parte del caso?
Ahora mismo te tengo que decir que no. Continúo investigando.
Tienes sospechas...
Tengo sospechas igual que mucha gente sospecha. Pero si no lo puedo decir claro, no puedo ir más allá de lo que he ido.
Pero si pones ‘llum a la foscor’...
Si puedo poner llum a la foscor haré otra parte. Si no, se quedará así.