El Tió trae una mañana llena de dulces, solidaridad, regalos e ilusión a Cambrils

El Tió Solidari, iniciativa del Agrupament Escolta i Guia Gent de Mar, celebra una nueva edición, en que decenas de niños y familias han donado alimentos de primera necesidad. A cambio, el Tió les ha cagado una dulce sorpresa

24 diciembre 2024 14:38 | Actualizado a 24 diciembre 2024 14:49
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24 de diciembre. A las puertas de Nochebuena, muchos aprovechan esta fría mañana para ultimar los preparativos de estos días: regalos, vinos, cava, mariscos, carne... Pero los más pequeños de Cambrils tienen una imperdible cita anual: el Tió Solidari. Una inmovible tradición navideña que ha reunido la ilusión y solidaridad en el Barri Antic de la villa pesquera.

Se acercan las 11 de la mañana, la hora indicada. Entre el fuerte viento invernal, un tractor cruza las calles junto a la Riera. «Todos a la Plaça de la Vila, que cagamos el Tió», exclaman los jóvenes, en su interior montados, mientras los conductores intentan completar la imposible tarea de encontrar estacionamiento.

El tractor finalmente llega a la plaza, donde una comitiva de niños y sus familias esperan impacientes. Los chicos del Agrupament Escolta i Guia Gent de Mar –encargados de la organización del acto solidario, Navidad tras Navidad– lo tienen todo listo para empezar. Sacan unos cuantos palos, con los que los infantes azotarán animadamente al gran tronco, pintado con un rostro simpático y con el foulard de los scouts locales. Sin embargo, cagar este tió no es gratuito, hay un precio a pagar: traer un alimento de primera necesidad, que será destinado benéficamente a Cáritas.

Un precio solidario

Los padres cumplen con el trato, y en poco rato se empiezan a acumular varios kilos de arroz, macarrones, espaguetis, bricks de leche... Y es que la organización sin ánimo de lucro pretende superar –o, al menos, igualar– la recaudación de 2023, que supuso una donación total de seteinta y cinco quilos de alimento.

Las decenas de kilos de comida recaudada serán donados íntegramente a Cáritas

Ahora sí. Finalmente, tras el gesto benéfico, los pequeños ya pueden cagar el tió. Una docena de grupos de tres, cuatro, cinco o seis niñas y niños hace cola para que les llegue su turno. Agarran los palos y le atizan golpes, al ritmo de la tradicional canción, acompañados por los jóvenes organizadores. Como siempre, el momento más esperado es tras el último ‘cop de bastó’, cuando por fin recogen la ansiada sorpresa.

Qué ha cagado? Dulces. Muchas golosinas. Chocolatinas, sugus, piruletas, gominolas de Coca-cola... De todo, vaya. Incluso a alguno le ha tocado un polvorón, que se ha comido su padre. Otros juegan por la plaza con las pelotitas de goma que les ha obsequiado el Tió. La ilusión entre los más pequeños en esta tradición navideña no se puede ausentar.

Los de Gent de Mar, arriba del tractor, animan a los presentes a dejar su donativo y cagar el generoso tronco. Mientras, por los altavoces suena el clásico repertorio de villancicos.

En casi cuarenta minutos pasan decenas de niños que han dejado su granito de arena a cambio de las golosinas. Cuando ya tenían todo listo para partir, llega un último padre, algo despistado: «¿Estáis haciendo cola para el tió?». Llegó justo a tiempo, muy justo. El último grupo de infantes propicia los ilusionados palazos y recogen sus regalos. El padre, aliviado, se come la regaliz ‘cagada’.

No se espera a nadie más. El tractor levanta el freno de mano y, cargando al tió y a los jóvenes, abandona la Plaça de la Vila. Ahora se dirige a la Plaça de Sant Pere, donde a a las 12:30 se celebrará una segunda sesión de solidaridad e ilusión.

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