El adiós global al Papa emérito reúne a dirigentes de 14 países

Las comunidades islámica, judía y ortodoxa arropan a los católicos en las exequias, a las que ha acudido la reina Sofía

05 enero 2023 18:27 | Actualizado a 05 enero 2023 18:32
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Una muchedumbre de 50.000 personas dio su último adiós este jueves al Papa emérito, Benedicto XVI, en la misa de exequias presidida por Francisco en la plaza de San Pedro. Además de los fieles y de los dirigentes de la Curia, mandatarios políticos e institucionales 14 países, así como representantes de España estuvo representada en la ceremonia de proyección global por la reina Sofía; el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, responsable en el Gobierno de las relaciones con la Iglesia; el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella; y la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá. Bolaños elogió el legado de Benedicto XVI y puso de relieve su «vocación intelectual», así como su «ejemplo de valentía, generosidad y discreción», virtudes que consideró distintivas de los ocho años en que rigió los destinos de la Iglesia.

El ministro engrosó sus alabanzas al subrayar su «dedicación absoluta» y la entrega exhibidas por Joseph Ratzinger, una muestra del compromiso» que «le hizo renunciar al pontificado cuando sintió que ya no tenía fuerzas para continuar con su misión. Fue una decisión valiente, generosa, insólita en 600 años y llevada a cabo con discreción», dijo de Presidencia, quien quiso añadir a sus condolencias el recordatorio de que el Gobierno siempre busca «espacios de entendimiento» y de acuerdo con la Iglesia por el bien común.

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Junto a la reina Sofía, hicieron también acto de presencia en la plaza de San Pedro Felipe y Matilde de Bélgica. Los monarcas que viajaron hasta Roma para despedir a Benedicto XVI iban vestidos de luto riguroso y ocuparon los asientos reservados en primera fila de las exequias, al lado del altar derecho del altar y a los pies de la basílica.

Al no tratarse de un funeral de Estado como tal, las autoridades que se personaron en la Santa Sede lo hicieron hecho a título personal. Únicamente revestían carácter oficial las representaciones de Italia y Alemania, país natal del papa emérito. La delegación germana estaba encabezada por su presidente, Frank-Walter Steinmeier, y la italiana por su homólogo, Sergio Mattarella. No ha habido, sin embargo, representación institucional de la Unión Europea.

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La ceremonia permitió ver a la reina Sofía y a Felipe de Bélgica entablando una breve conversación antes del inicio de la misa, durante el rezo del rosario. Ambos se hallaban cerca de Matilde de Bélgica, el presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, y el lituano Gitanas Nauseda. Mattarella compartió el acto con buena parte del recientemente constituido Gobierno italiano, comandado por Giorgia Meloni. La primera ministra coincidió en el sepelio con su predecesor en el cargo y expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. En representación de Francia figuraban el titular de Interior, Gérald Darmanin, mientras que la emisaria del Reino Unido fue la secretaria de Estado de Educación, Gillian Keegan.

Este de Europa

Entre los asistentes sobresalían también mandatarios de países del este de Europa, como los presidentes del Polonia, Andrzej Duda; de Eslovenia, Natasa Pirc Musar; o de Hungría, Katalin Novak. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, se desplazó el martes a Roma para visitar la capilla ardiente, donde los restos del papa emérito permanecieron expuestos para recibir el adiós de los fieles durante tres días. En estas tres jornadas, el secretario personal de Ratzinger, Georg Ganswein, no se separó de sus restos mortales, al igual que las cuatro laicas que lo cuidaron en su retiro desde que renunció a seguir desempeñando el Pontificado.

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Uno de los detalles más relevantes de este adiós fue el arropamiento protagonizado por miembros de otras confesiones religiosas. La ceremonia se nutrió así con las figuras del metropolita Antonij de Volokolamsk, del Patriarcado ortodoxo de Rusia; el vicepresidente de la Comunidad Religiosa Islámica Italiana (Coreis), Yahya Pallavicini; y un representante de la comunidad judía de Roma. Pese a su apuesta por el diálogo interreligioso, Benedicto XVI tuvo encontronazos con el mundo musulmán, sobre todo cuando presentó a Mahoma, en su famoso discurso en la Universidad de Ratisbona, como un profeta violento. Su alocución causó irritación en el islamismo suní, que consideró las palabras de Ratzinger una «injerencia inaceptable». Ello no impidió hoy que la comunidad islámica se sumara a la misa por el alma y en recuerdo de un papa católico imborrable ya en la historia de la Iglesia.

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