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Misi Borràs: la abogada laboralista que ha vuelto para jugar en casa

Tras más de tres décadas de práctica profesional en Barcelona, la mayoría del tiempo en Garrigues, Misericòrdia Borràs acaba de fichar por la firma Balañá Eguía, con oficinas en Tarragona y Reus

14 abril 2025 13:01 | Actualizado a 14 abril 2025 19:45
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¿Quién es Misi Borràs? Misericòrdia en la firma de sus correos y en los juzgados. Misi con sus clientes. Missi, con doble ese, adaptado a la fonética catalana. Cuenta que, dependiendo de quién tenga delante, se amolda. Que con los nombres hay permisividad. Pero no se decide en este caso. Intuimos la preferencia. Elegimos Misi para encabezar este perfil. («Mira que llegar a los 62 años y tener una crisis de identidad...», bromea).

Los hermanos Balañá, sin embargo, tenían muy claro con quién hablaban cuando fueron a buscarla. «Te llamas Misericòrdia, te llamas Borràs y juegas en casa». Son las palabras que cuenta que terminaron de convencerla para aceptar la oferta del despacho Balañá Eguía, con oficinas en Tarragona y Reus, para poner en marcha una nueva área de Derecho Laboral, tras más de 30 años de carrera profesional en el departamento laboral de Garrigues.

Un fichaje, siguiendo el símil deportivo empleado por los hermanos Balañá, para reforzar el equipo con una jugadora de primera línea, encargada de poner orden en el campo y encauzar las carreras de las jóvenes promesas.

Misericòrdia Borràs, Of counsel de Balañá Eguía y responsable del área de Derecho Laboral de esta firma, juega en casa porque vuelve a casa. Es de Reus (no hay nombre que pueda delatar más ese origen que el de Misericòrdia); es una Borràs (con una tradición arraigada de empresarios en el sur de Catalunya); y juega en casa, porque no solo conoce el oficio como pocos, sino que sabe cómo es el terreno que pisa.

Cuando fue a estudiar a la Universitat de Barcelona, tres de los siete hermanos que había en su familia ya la habían precedido. Medicina, Ingeniería Industrial, Empresariales. Carreras ‘de orden’, acordes con el entorno familiar. Misi Borràs eligió estudiar Filosofía. Tenía 17 años. Lo recuerda porque iba en Vespa. Y si iba en Vespa y estaba en Barcelona, eran sus diecisiete.

No fue una decisión que alegrase especialmente a sus padres. Pero la adaptabilidad, la flexibilidad, el querer entrar en contacto con mundos distintos y diversos, ya estaba ahí y le acompañaría toda su vida. En diciembre, con el primer cuatrimestre de la carrera de Filosofía bien avanzado, tuvo una suerte de crisis (¿de vocación, de identidad?) que la llevó a plantearse su futuro laboral.

En ese momento estaba rodeada de muchas personas que cursaban Derecho, y decidió sumarse a ellas. Aunque sin abandonar la Filosofía. Se sacó ambas carreras («mis registros por la mañana eran unos, por la tarde eran otros») y, terminado Derecho, se lanzó a un stage en un despacho de abogados de Bruselas dedicado íntegramente al Derecho Laboral. Allí descubrió que la única asignatura de la carrera de Derecho que le había dado «algún tipo de susto» podía ser algo muy distinto de lo que había pensado.

De vuelta a Barcelona conoció a Maria Àngels Agulló, su mentora en Derecho Laboral, con quien trabajó tres años, para saltar luego fugazmente a la función pública, el tiempo justo e imprescindible para «ver que eso no era lo mío».

Descartado lo de ser funcionaria, fichó por Arthur Andersen (Misi Borràs ha sido ‘arturito’, y eso deja huella), donde siguió trabajando en esta área hasta la fusión con Garrigues, que supuso para ella «el despertar del gran Derecho Laboral».

Un Derecho Laboral en el que principalmente ha estado vinculada a altos directivos y miembros de los órganos de decisión, con Expedientes de Regulación de Empleo, negociación de convenios de empresa, reestructuraciones empresariales, cierres... Siempre, asegura, «intentando que la parte social saliese lo menos damnificada posible». Algo que explica «por mi forma de ver el mundo», y que la ha empujado, durante todos estos años de práctica legal, a buscar la manera de contar con «medios que permitiesen paliar los efectos» de esos procedimientos.

Tras abandonar Garrigues a los 60 años (los socios, como lo era ella, tienen dos fechas posibles y obligadas para retirarse: a los 56 y a los 60 años), decidió volcarse en la actividad que había estado llevando a cabo como voluntaria en la Fundació Formació i Treball, que le propuso ocupar el cargo de vicepresidenta, compaginándolo con sus clases universitarias de Derecho, donde ha sido profesora en Esade, la UPF y UNIR.

Y así fue, hasta que recibió esa llamada de los hermanos Balañá, para trabajar en lo que describe como «el despacho de asesoría empresarial más grande de la provincia de Tarragona». Para volver a jugar en casa.

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