«De Toulouse-Lautrec se conoce que era una persona que vivía en la abundancia y un mujeriego, pero en esta exposición aportamos algunas facetas artísticas del personaje muy interesantes». El reusense Joan Abelló lidera el comisariado de la producción que, desde este viernes, reside en el prestigioso Mastio della Cittadella de Turín, un especio referencia para el mundo del arte.
La muestra presenta 113 obras provenientes de coleccionistas privados y se trata de una cita organizada por la sociedad Navigare.
El recorrido se articula en cuatro colecciones, con litografías, carteles y diseños, que arrojan luz al rol inspirador de Lautrec en el arte contemporáneo, gracias a su innovación en el conjugar ingenio y publicidad, representa la vida parisina del barrio de Montmartre.
«Sólo presentamos obras en papel, Toulouse-Lautrec fue uno de los pioneros de lo que ahora se conoce como street art», confirma Abelló.
Un amplio espacio está dedicado a las ilustraciones de los carteles de los locales más en boga de París del Ochocientos, como el Divan Japonais y Le Chat noir, a las portadas de la revista satírica Le Rire.
La muestra incluye la colección completa de dibujos a lápiz de Lautrec de la serie Au Cirque, creada durante su hospitalización en el sanatorio Sémalaigne. Estas representaciones, elaboradas a partir de la memoria, muestran lo que hay detrás de la escena del circo y sus protagonistas.
La muestra se encuentra disponible por espacio de tres meses, del 20 de abril al 21 de julio, y tiene en su interior además un área selfie con una reconstrucción de un boudoir francés en el período de la Belle Époque.
Joan Abelló ejerce actualmente como director de relaciones institucionales del Reial Cercle Artístic, un ente que se relaciona con proyectos de artistas de calado como Picasso, entre otros.
De hecho, la propuesta Toulousse-Lautrec ya se inauguró en Barcelona en 2021 y se convirtió en la actividad fetiche del 140 aniversario del Reial Cercle Artístic. «Me he formado mucho en el norte de Italia y eso me ha marcado durante mi trayectoria con las distintas exposiciones. Incluso creo que tengo una deformación italiana», destaca el reusense.
Una nueva interpretación
Joan Abelló se erige, por primera vez, en el comisario de la Toulouse-Lautrec, en la versión que estos días se refleja en el Mastio della Cittadella. «Esto implica buscar nuevas piezas, intentar ser lo más original posible a la hora de presentar un artista del que ya se conocen muchas cosas, aunque otras han quedado en el olvido».
Existen teorías sobre el personaje que se alejan mucho de la realidad. «Por ejemplo, de pequeño, dijeron que se cayó de un caballo y por eso no le crecieron las piernas. Eso es mentira. Sufrió un virus extraño que hasta los años 60 o 70 no se descubrió lo que era. Por eso tenía esa malformación», añade Abelló.
A nivel creativo, en Turín se distingue la faceta de ilustrador de Toulouse-Lautrec. Un dibujo que llega al punto de caricaturista de una época totalmente mitificada, la Belle Epoque, una historia de contrastes entre la vida rica y la pobre. «Él disfrutó de una educación privilegiada, se le consideraba un frívolo y vivió la vida a tope».
En todo caso, sus piezas artísticas andan alejadas de los lujos. «No trabajaba para gente rica, sus obras eran para engancharlas en las paredes». Hasta Picasso quedó iluminado por esos carteles de Toulouse-Lautrec sobre todo gracias a los colores y a su originalidad.
Nacido en una familia aristocrática francesa. Henry Toulouse-Lautrec (Albi, 1864 – Saint-Andrè-di-Bois, 1901) destacó como pintor y cartelista gracias a la vida nocturna parisina en uno de sus períodos más fascinantes, a finales del siglo XIX.
Gran parte del legado que dejó se ha instalado en el Mastio della Cittadella de Turín, una fortaleza, símbolo de la resistencia del ducado de saboya, situada a lo largo de la muralla de Turín. Fue construida en 1564 por el arquitecto Francesco Paciotto y hoy luce como residencia del arte más prestigioso.