Mermelada de las naranjas amargas de la Plaça del Castell y aceite de los olivos de la villa romana del Moro. Casi 200 personas han participado en el último año en las diferentes campañas de espigoladors que se han llevado a cabo en Torredembarra. Jornadas de voluntariado para cosechar los frutos del arbolado urbano que antes se tiraba a la basura. En total, más de 2.200 kilos de naranjas, olivas y algarrobas que han servido para obtener 2.000 botes de mermelada y 72 litros de aceite. Productos que ahora se destinarán a entidades del tercer sector radicadas en el municipio.
Torredembarra es una de las localidades pioneras en Catalunya en desarrollar el proyecto Urban(EAT)a, de la Fundació Espigoladors. Una iniciativa para dar una segunda vida a unos frutos que hasta ahora se veían como residuos y que fomenta la participación y la inclusión social. «Luchamos por el derecho a la alimentación, contra el desperdicio y la comida que se pierde. Encima, en este caso se generaba un residuo que ahora ya no existe», explica Pere Campíñez, técnico de la Fundació Espigoladors en el Camp de Tarragona.
La entidad cuenta con su propio obrador, donde produce los botes de mermelada de las naranjas que han recogido en la Plaça del Castell, pero también en la avenida Pompeu Fabra y el patio de la Escola Antoni Roig. Casi mil kilos de fruta que se han transformado en 2.000 botes de mermelada con un etiquetado más que elocuente: ‘De la Torre a la Taula: el sabor de la natura urbana’. Asimismo, en este año de prueba piloto en la Torre, se han recogido 340 kg de olivas y 940 de algarrobas, que se trasladaron a la Cooperativa Agrícola de La Nou de Gaià para su tratamiento.

«Es una forma de reducir el desperdicio alimentario y de fomentar la economía circular y solidaria en beneficio de toda la comunidad», celebraba ayer el alcalde torrense, Vale Pino, durante el acto de entrega de las mermeladas y aceites obtenidos.
Por su parte, la concejala de Sostenibilidad, Angie Muñoz, anunció una subvención de 17.500 euros por parte de la Agència de Residus de Catalunya para seguir dos año más con este proyecto e implantar talleres de transformación y concienciación para toda la ciudadanía. «Es un proyecto ilusionante, singular y generador de oportunidades, a la vez que ayudan a cuidar el medio ambiente y trabajar en pro de la sostenibilidad», manifestó la concejal.
Además del voluntariado que mueve la Fundació Espigoladors, la Torre también se ha volcado con la iniciativa, involucrando a vecinos y vecinas y a entidades como la Fundació Onada. «Nosotros estamos acostumbrados a recibir los voluntarios, pero este tipo de proyectos nos ayudan a que también podamos ofrecer un voluntariado activo, con un impacto positivo en nuestro municipio. Tenemos mucho que decir y muchas capacidades que ofrecer», destaca Ivet Torné, coordinadora de las actividades de Onada.
Además, también han puesto su granito de arena en el proyecto otras entidades locales como la Fundació Pere Badia, Càritas o la Escola Antoni Roig, así como la Fundació Santa Teresa de El Vendrell, que también recibirán parte de los productos obtenidos.