El 3 de diciembre se inauguró en Torredembarra el mural ‘Totes i tots som únics’, coincidiendo con el Día Internacional de las Personas con Capacidades Diversas. Su autora, Laia Sauret, es una artista de Barcelona, aunque por parte de madre tiene origen cambrilense, que hace tres años decidió arriesgarse a dejar su trabajo de profesora de Secundaria para dedicarse plenamente a la ilustración.
¿Cómo empezaste en el mundo del arte mural?
Es algo que no me había planteado nunca. Hace tres años me encargaron mi primer mural en L’Esquirol, un pueblo cerca de donde vivo, y acepté. En ese momento vi la fuerza que tiene un mural, porque es como un altavoz hacia todo el mundo que pasa por ahí, no es un arte de ir a verlo a una exposición, sino que es un arte que todos pueden disfrutar y a la vez puedes comunicar cosas muy potentes. Y a partir de aquel momento me fueron saliendo más propuestas.
Decidiste involucrarte por completo en la ilustración, ¿te arriesgaste?
Fue un momento en el que decidí lanzarme a la piscina. Nunca sabes si podrás vivir del arte al 100% hasta que no lo estás viviendo. Creo que fue una cosa muy intuitiva y emocional, más que el ver que tenía mucho trabajo como para dejar de ser profesora, fue un impulso más interior mío. Siempre con los miedos, claro, pero sabía que si no funcionaba podía volver a ser profesora.
Tus obras tienen un estilo muy propio y reconocible, ¿cómo empezaste a establecerlo?
Al principio hacía mucho dibujo sobre papel y utilizaba los colores grises para las sombras y el rojo, que me parece un color muy potente, para resaltar. Al pasar a pintar en pared, vi que funcionaba mucho el utilizar estos dos colores, que es una característica de mis dibujos. Mis dibujos son muy simples, todos pueden entenderlos la primera vez que los ven, pero que tratan temas profundos. Es un estilo que me ha ido saliendo de forma inconsciente y cuando alguien me encarga un proyecto busca este estilo, pero a veces siento que quiero alejarme de él, quiero experimentar otros estilos, no me imagino hacer siempre lo mismo, no quiero estancarme, quiero evolucionar.
El mural de Torredembarra tiene como motivo las personas con capacidades diversas, ¿qué te inspiró este tema para realizar la obra?
El Ayuntamiento de Torredembarra me detalló muy bien en qué se querían enfocar, en abarcar la diversidad de las personas con discapacidad, saliendo de los estereotipos. Me enseñaron fotografías de la plaza y me explicaron el tipo de gente que iba. Me fue muy fácil guiarme con lo que ellos me dijeron para hacer un primer boceto, que luego pasó por algunas rectificaciones hasta llegar al definitivo.
Esta obra tiene un aspecto social, ¿lo suelen tener tus obras?
Siempre intento buscar la parte más emotiva, que tenga un peso social aquello que se quiere comunicar. Cuando empecé a hacer este tipo de dibujo, lo hacía para mí misma, que acababa de ser madre y quería mostrar las emociones que yo sentía como madre primeriza, y siempre he ido en esta línea.
¿Qué crees que piensan las personas que ven la obra de la Plaça de l’Escorxador?
Yo creo que la gente inconscientemente se queda atrapada mirando los diferentes personajes de la obra, y, en muchas ocasiones, me he fijado que les llama la atención un personaje en concreto, que justamente se parece mucho a la persona en cuestión. Les hace como de espejo a la sociedad, a ellos mismos. También hay una parte puramente estética, de provocar tranquilidad, confort en quienes miran la obra. Algunas personas me han dicho que les provoca alegría, que les saca una sonrisa.
Entrevista a la muralista de la plaza de l’Escorxador