El Mercat Municipal de Torreforta se ha quedado sin pescadería. La única que había, abrió hace poco más de dos años y cerró hace unas semanas por jubilación. Fue un cosa inesperada, consecuencia de la Covid-19. El equipamiento queda ahora cojo y la empresa municipal que gestiona los mercados está buscando a alguien que quiera emprender esta nueva aventura. La recuperación total del Mercat de Torreforta es una prioridad para la ciudad y, sobre todo, para el barrio. Los paradistas están dando voces y aseguran que hay gente interesada. Por el momento, no parece que nadie se haya decidido.
Si alguien debe protagonizar este artículo es Clàustre Bonachi. Se trata de la mujer que hasta hace unas semanas regentaba la única pescadería del lugar. Nació en Altafulla, pero lleva más de 30 años viviendo en Tarragona. Con ella, son cinco las generaciones familiares que se han dedicado al negocio de la pescadería. Su madre murió cuando tenía 8 años y, enseguida, su padre ya la puso a vender pescado. Desde entonces, no lo ha dejado. Bonachi lleva casi 60 años detrás de un mostrador.
Más tarde, trabajó como dependienta en la pescadería Herminio del Mercat Central de Tarragona, para después encargarse de los dos negocios que tenía en el mismo equipamiento el conocido empresario tarraconense ya fallecido, Albert Abelló. En total, Bonachi pasó 27 años despachando pescado en el corazón de la ciudad. Cuando se puso en marcha el nuevo Mercat Central, las pescaderías en las que la protagonista trabajaba cerraron y Bonachi decidió abrir su propio negocio en el Mercat de Torreforta. De esto ya hace dos años y medio.
«Me hubiera gustado trabajar uno o dos años más, pero la Covid-19 lo ha acelerado todo», explica. El pasado 26 de enero, Bonachi cogió el virus y estuvo ingresada durante varios días. Fue entonces cuando tomó la decisión de poner punto final a su trayectoria profesional, después de 60 años al pie del cañón.
La protagonista de hoy asegura que «no acabo de acostumbrarme a esto de estar jubilada, pero poco a poco iré haciéndome a la idea». Y es que, la realidad, es que tirar adelante un negocio como el suyo implica un ritmo de vida frenético. «De siete de la mañana a dos del mediodía, en la parada. Después, a partir de las tres, ya tenía que estar en la subasta para escoger el pescado, hasta las seis y media de la tarda», explica Bonachi, quien añade que «es un oficio que tiene que gustar, porque es sacrificado».
Un traje a medida
Con la marcha de Clàustre, el Mercat de Torreforta queda huérfano de pescado. El presidente de Espimsa, Dídac Nadal, asegura que «haremos un traje a medida a quien quiera poner una pescadería en el Mercat de Torreforta, porque realmente es necesaria». Nadal se refiere a que se facilitará las condiciones para hacerse con una parada a quien esté interesado. El objetivo es incentivar al personal para conseguir dinamizar el equipamiento.
Marisol Bonet es la presidenta de la asociación de paradistas del Mercat de Torreforta y propietaria del bar. Bonet asegura que «ahora mismo, hay una oferta de casi todos los productos, menos de pescado», y añade que «en Mercadona hay, pero poca variedad. Los vecinos necesitan una pescadería en condiciones en el barrio». Bonet explica que los paradistas están dando voces, pero que cuando los interesados hacen números, «la cosa se relaja», explica la presidenta.
En esta misma línea, el propietario de la pollería Ituribe, Pedro Ángel Delgado, destaca la importancia de que se instale una pescadería en el lugar rápidamente. «La oferta debe ser completa, porque si los clientes van al Mercadona a comprar el pescado, quizás ya aprovechen y hagan el resto de la compra de producto fresco en el supermercado. No nos lo podemos permitir».
Reactivación en marcha
Reactivar la actividad comercial en el Mercat de Torreforta es una de las obsesiones de Espimsa. Lo cierto es que en los últimos seis meses se ha llevado a cabo un trabajo duro, lo que ha permitido que, en lugar de morirse, se haya avivado la llama del mercado. Pese al cierre de la pescadería, en el último medio año se ha abierto un negocio de venta de fruta y verdura –que por el momento solo abre tres días a la semana–, y una panadería. Además, también se consiguió un acuerdo con la empresa de informática Beep, para que ocupase uno de los locales del exterior, en el que antiguamente había La Caixa. Poco a poco, el Mercat de Torreforta vuelve a coger el pulso del barrio.