Aunque la eliminación de una oficina bancaria pueda parecer baladí, lo cierto es que el cierre de la actual sucursal de BBVA en el número 6 de la Plaça Imperial pone fin a 45 años de actividad financiera cara al cliente en uno de los edificios que, históricamente, mejor han representado la expansión de la antigua Caixa Tarragona. Aunque el edificio de Plaça Imperial no fue el primero de la entidad financiera tarraconense sí que fue uno de los grandes símbolos de la etapa dorada de la entidad financiera.
Caixa Tarragona nació en 1949, cuando la ciudad contaba apenas con 40.000 ciudadanos y era la única capital provincial sin caja de ahorros propia y fue entonces cuando la Comisión de Hacienda de la Diputació de Tarragona impulsó su nacimiento, con el nombre de Caja de Ahorros Provincial de la Diputación de Tarragona y rebautizada posteriormente como Caixa Tarragona. La primera sucursal se abrió pocos años después en el número 27 de la Rambla Nova y, en la siguiente década, se trasladó en una nueva ubicación en la misma vía, al tiempo que se abrían nuevas oficinas en localidades cercanas.
La apertura del edificio insignia de la entidad bancaria no llegaría hasta la década de los setenta. En 1972, la Caja de Ahorros Provincial pidió una licencia de obras para construir la Sede Social y Oficina Central de Caixa ¡Tarragona. El arquitecto fue Salvador Ripoll Sahagún y destacan las esculturas de la fachada de Joan Rebull. La apertura de la sede fue en 1975.
La capitalidad de este edificio dentro del universo de Caixa Tarragona se mantuvo hasta 2011, cuando la entidad se fusionó con Caixa Catalunya y Caixa Manresa. En 2013, la Diputació adquirió parte de las instalaciones. En 2015, la compra de Catalunya Caixa le permitió al BBVA disponer de las oficinas de la sede central, instalaciones que cerrarán en pocos días.