La falta de espacio y de médicos dificulta la actividad del CAP Jaume I. «Este ambulatorio no funciona. El equipamiento ha quedado pequeño y en las salas de espera estamos como sardinas. Además, te hacen esperar de dos a tres semanas para poder tener una visita con tu médico de cabecera», explica Antonio, al salir del CAP Jaume I. Antonio es uno de los valientes que se decide a denunciar el funcionamiento del ambulatorio en la mesa que organiza cada jueves la plataforma Grup de Treball en Defensa de la Sanitat Pública a las puertas del centro de atención primaria de la Part Baixa. La plataforma recoge quejas para trasladarlas a posteriori a la dirección del centro y al Departament de Salut.
Sin ninguna duda, lo que más preocupa a los usuarios es el tiempo que su médico tarda en concertarles una visita. «Ya está bien. No es normal que mi doctora de cabecera no pueda verme hasta de aquí a dos semanas. Ya me habré curado. Aunque mi patología no sea grave, tengo el derecho de ver a mi médico», dice Pilar, otra usuaria quien, cansada de llamar por teléfono, decidió personarse al ambulatorio. «Es que cuando llamas, te sale como un robot. Es una centralita», explica Pilar.
El CAP Jaume I es el más saturado de la ciudad de Tarragona. Atiende una población de referencia de 32.048 habitantes –datos actualizados recientemente–, cuando la media adecuada es de 20.000, según la Generalitat de Catalunya. El ambulatorio de los barrios marítimos se construyó hace 20 años y atendía un 30% menos de ciudadanos que ahora. Lo que es peor es que las previsiones es que esta zona todavía crezca más en los próximos años.
«Dan cita para dos o tres semanas, y se escudan en qué no hay suficientes médicos. Cuando hay vacaciones, la cosa empeora», explica Silvia Labodia, miembro del Grup de Treball en Defensa de la Sanitat Pública, quien añade que «el CAP Jaume I atiende a un gran volumen de población. Pero lo peor es que esta población está envejecida, lo que significa que necesitan de más atención porque sus patologías son más graves y crónicas».
Según Labodia, desde el centro impulsaron una especie de protocolo para dar respuesta a pacientes crónicos en un plazo máximo de 48 horas. «No se está cumpliendo, cosa que pone en peligro a los usuarios», dice Labodia.
Urgencias colapsadas
Una de las consecuencias de esta demora es que el paciente acaba optando por ir directo a las Urgencias de los hospitales. «Perdemos la confianza en el ambulatorio y vamos a Joan XXIII. ¿Cuál es el problema? Que saturamos las Urgencias, perjudicando a aquellos pacientes que tienen patologías urgentes», explica Labodia.
«El CAP Jaume I no funciona bien. Es un desastre y pensamos que la dirección del centro tiene parte de responsabilidad», explican desde el Grup de Treball en Defensa de la Sanitat Pública, plataforma que se ha reunido en varias ocasiones con el director del ambulatorio para abordar las quejas de los usuarios.
Una de las medidas que desde el Departament de Salut se ha puesto en marcha para descongestionar el CAP Jaume I ha sido trasladar los expedientes de algunos pacientes a otro ambulatorio, el CAP Tarraco, ubicado al lado del Hospital Joan XXIII. De esta manera, los médicos del CAP Jaume I no van tan cargados de trabajo y las agendas pueden respirar un poco.
Otra de las denuncias tiene que ver con la derivación a los especialistas. «Las listas de espera son tan largas, que los médicos de cabecera no derivan a los pacientes al dermatólogo o al oculista», asegura Labodia, quien añade que «hay usuarios que nos han explicado que su doctor le ha recomendado visitar a un médico privado».
Desde la plataforma recomiendan que los pacientes pongan sus quejas por escrito, para así dejar constancia. «Cuando hacemos las mesas a las puertas del CAP, algunos profesionales nos apoyan y otros se quejan. Lo que no saben es que también estamos luchando por ellos, para que sus condiciones de trabajo sean mejores», añade la portavoz de la plataforma.
Falta de espacio
El equipamiento ha quedado pequeño y obsoleto. Los médicos se ven obligados a compartir despacho y en las salas de reuniones apenas cabe todo el personal. Tanto es así que ya hace años que desde la administración se buscan fórmulas para descongestionar el ambulatorio. Un ejemplo fue el traslado de la unidad de Atenció a la Salut Sexual i Reproductiva –más conocida como ASSIR–, que se instaló en unos bajos cercanos al centro de atención primaria. «Ahora les pasa lo mismo con el equipo de fisioterapeutas. No saben dónde ponerlos y lo que hacen es mandar al paciente a la avenida Catalunya para que sean tratados», explican desde el Grup de Treball en Defensa de la Sanitat Pública.
El Departament de Salut ha reconocido en más de una ocasión la problemática del CAP Jaume I, e incluso han llevado a cabo estudios para valorar las posibles soluciones. Se hablaba si ampliarlo, si trasladarlo o si dividirlo en dos áreas básicas. Parece que finalmente se ha escogido una opción.
La Generalitat quiere trasladar el equipamiento a la calle Francesc Bastos, concretamente en un solar propiedad del Ayuntamiento ubicado justo al lado de la Casa del Mar, y donde actualmente hay un parking municipal. El Consistorio, por su lado, se ha comprometido a ceder el terreno. Ahora, la pelota está en el tejado de la Generalitat. «Estamos trabajando conjuntamente con el Ayuntamiento de Tarragona para encajar el futuro CAP Jaume I en el solar de Francesc Bastos. Nos encontramos todavía en los pasos iniciales, pero la predisposición del gobierno municipal y de la dirección territorial es máxima», explican fuentes oficiales del Departament de Salut. El primer e indispensable paso para que el traslado sea una realidad es que los presupuestos de la Generalitat contemplen una partida específica. Los usuarios y la plataforma piden celeridad en este nuevo proyecto.
