Como el popular y tradicional turrón, Ara Malikian vuelve a nuestra casa por Navidad y lo hace con el nuevo espectáculo Royal Garage que adopta el mismo título que su último trabajo discográfico en el que colaboran grandes de la música como Franco Battiato, Andrés Calamaro, Estrella Morente y el rapero Kase. O, entre otros. Malikian vuelve a la Tarraco Arena, en poco más de un año y en el pac incluye las entradas prácticamente agotadas y garantiza un show irrepetible.
Es en 1976 cuando Ara Malikian empieza su relación con los garajes, ya que cuando estalló la Guerra del Líbano las bandas más modernas ensayaban en garajes y de ahí sacaban sus sonidos para crear un estilo que cambiaría la historia de la música. El violinista tenía tan solo 10 años pero por nada del mundo, y junto a su padre, quería perderse formar parte de esa movida musical revolucionaria. En esta semana navideña pillamos al artista de vacaciones y haciendo las últimas compras y como siempre, nos recibe con su mejor sonrisa y con su agradecimiento por volver a Tarragona y tener el aforo casi lleno.
¿Usted celebra la Navidad pero entre conciertos, no? Porque la gira sigue.
Así es. Estoy feliz porque tengo unos días de vacaciones y puedo estar con mi familia; así que aprovecho las horas libres para hacer las compras y los regalos navideños. Me gusta la Navidad.
Sin duda para usted el mejor regalo es ver que allá por donde pasa ‘Royal Garage’ se agotan las entradas y que en ciudades como Tarragona repite en poco más de un año.
Estoy muy contento y emocionado de ver que la gente repite y vuelve a ver nuestro show. Llevamos un año de esta gira y solo nos está dando alegrías y muy buenos recuerdos; es maravilloso.
Estuvo el año pasado en la Tarraco Arena y llenó. Vuelve el 2019 y también llena, ¿cuál es el truco?
El trabajo, la ilusión, el hacer lo que te gusta y eso la gente lo nota. La banda y yo salimos al escenario con ganas de pasarlo bien y se lo contagiamos al público. Somos una banda de rock&roll aunque yo sea violinista y podemos tocar la pieza más clásica y la más rockera en el mismo espectáculo. Parece una locura pero el resultado es genial.
¿Qué vamos a encontrar dentro de este ‘Royal Garage’?
Muchísimas novedades y un viaje musical por muchos países y muchos estilos. Somos ocho músicos en el escenario y nos atrevemos con todo; desde el mundo clásico al contemporáneo y como te decía antes somos una banda; hay batería, guitarras, piano, percusión y mi violín. Hemos cambiado el concepto del grupo y te puedo asegurar que nos atrevemos con todo.
¿Para qué le ha servido a usted la música?
Para vivir de lo que más me gusta en el mundo y si puedo hacer feliz a otros, mejor aún; pero también para reivindicar cosas que pasan y me preocupan como el tener respeto a los demás. Aunque seamos diferentes en aspecto físico tenemos que aceptarnos y ayudarnos; creo que vivimos en un mundo muy egoísta y hay que mirar siempre al vecino que no tiene y ayudarle.
¿Para usted la música es un altavoz?
Exacto. Nosotros tenemos la suerte de tener delante a miles de personas y podemos concienciar de ciertos problemas. Para mí es muy importante decir cosas y pellizcar el corazón de la gente.
Al final, el empeño de su padre para que usted amara la música y el violín, en concreto, le ha servido para ser feliz.
Mi padre era un fanático del violín, me puso uno en la barbilla no sé ni cuándo y con solo seis o siete añitos me obligó a estudiar horas y horas. Lloré mucho porque yo no quería tocar y prefería jugar con mis amigos pero a día de hoy le estoy muy agradecido.
De hecho, es el violín el que le permite salir del Líbano a los 14 años. ¿Cree que su padre buscaba un poco eso y que usted saliera de un país en guerra?
Él solo quería que tocara el violín y no planificaba nunca nada. Él amaba tantísimo la música que quería transmitirme este amor a mí también pero, por supuesto, luego fue mi vía de salida y con solo 15 años me marché a Alemania. Para mí eso fue más duro que vivir la guerra.
¿Qué recuerdos tiene?
Recuerdo con mucho cariño cómo la gente del Líbano celebraba las pequeñas treguas durante la guerra y ¿sabes lo que decían entre bombardeo y bombardeo?: «Tenemos unos días de calma, vamos a organizar un concierto»; tenían ganas de arte, de cultura, de música.
¿Cómo era su vida en su país?
Yo crecí con el sonido de los bombardeos, para nosotros era lo normal. Estábamos acostumbrados a que nos cortaran la luz, nos suministraran la comida y a escondernos en el sótano cuando había guerra, pero cuando me juntaba con los amigos sólo hablábamos de los momentos divertidos y nos reíamos mucho.
Estamos a punto de empezar un año nuevo, ¿por qué o por quién quiere brindar?
Por la salud y por el respeto. La música no entiende de etiquetas y me gustaría que todo fuera igual.