Algunos de los lideres de los partidos independentistas junto a los de la izquierda radical de Sumar y Podemos, se vanaglorian de haber infligido la primera derrota al régimen del 78. Y no podían estar más equivocados, lo ocurrido con la aprobación de la Ley de la Amnistía y lo que seguirá es, precisamente y sin duda, un triunfo del que ellos denominan régimen del 78, al que yo prefiero llamar régimen de la España constitucional.
Nuestra Constitución no es una constitución militante, y no lo es porque permite mantener posturas políticas incluso contrarias a los principios constitucionales siempre que no sean constitutivos de delitos. No así la Ley Fundamental de Bonn, la Constitución Alemana, que es una constitución militante al prohibir todos aquellos partidos políticos que tiendan a desvirtuar o eliminar el régimen fundamental de libertad y democracia, o a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania, al contrario, nuestra Constitución sí permite la existencia de partidos y posicionamientos políticos contrarios a la propia Constitución, como ha ocurrido en el Congreso con la aprobación de la Ley de Amnistía.
Por ello, la aprobación de una ley claramente contraria a nuestra Constitución es un triunfo de nuestro sistema constitucional, sin él los que ahora celebran haber derrotado al constitucionalismo no hubieran podido ni siquiera iniciar el trámite de una ley como la de amnistía, ni hubieran podido mantener posturas contrarias a la Carta Magna, como reiteradamente han hecho en sus programas electorales y en diferentes debates parlamentarios. Así pues, que no se equivoquen con la valoración de lo ocurrido, no hay ninguna derrota, todo ha sido gracias a nuestro régimen constitucional, que, garante de una extraordinaria libertad, permite posturas contrarias al propio sistema, tenemos una de las constituciones más modernas y avanzadas del mundo en derechos y libertades.
El problema radica en que un partido político como el PSOE haya abandonado el constitucionalismo para ponerse al lado de quienes quieren terminar con nuestro sistema de libertades democráticas, y, curiosamente, sin llevar en su programa electoral la proposición de una amnistía, y sin que, por lo tanto, haya sido sometida al escrutinio de las urnas.
La ocupación, por parte de Sánchez, de aquellas instituciones que precisamente deben velar por la legalidad y la constitucionalidad ha tensionado el sistema. La ocupación del Tribunal Constitucional, la Fiscalía, la Secretaría General del Congreso y un largo etcétera, es lo que pone en peligro nuestro régimen constitucional, no la aprobación de la Ley de amnistía, ya que nuestro régimen constitucional tiene un sistema propio de garantías precisamente para compensar el hecho que tengamos una constitución no militante. La gravedad no está tanto en la aprobación de una ley inconstitucional, sino en el control de las instituciones que deben garantizar la constitucionalidad de dicha ley.
El peligro para nuestro régimen constitucional no es aprobar una ley inconstitucional, ni se inflige ninguna derrota con ello, el peligro está en el control de nuestras instituciones y del régimen de contrapesos de éstas. El peligro, en definitiva, es Pedro Sánchez.