«Aunque no sea real pues nos queda un poquito hasta las fiestas grandes de la ciudad, el verano pasó y lo que nos viene, el tiempo nos lo dirá. Cada uno explicará a los otros lo que quiera y lo que ha hecho en este tiempo pasado. Muchos lo habrán pasado de lo lindo y otros muchos, para olvidar. Esto viene a decir que hay gustos para todos y cada uno piensa lo que quiere y sueña lo que le dejan.
Durante mis vacaciones de agosto tuve que pasar unas largas horas como acompañante de un familiar en las urgencias de un gran hospital, que lo ubicaremos fuera de nuestro territorio. Tuve y pude apreciar el funcionamiento y la masificación que sufren los hospitales públicos. Entre otras cosas por el mal funcionamiento de la primaria, la falta de previsiones para los periodos estivales o lo que ya saben los lectores. No vamos a descubrir la piedra filosofal. La verdad que estar en la otra parte de la situación, la de usuario, te da otras perspectivas o te hacen ver las cosas de diferente manera. El no parar de entrar pacientes, el largo rato de espera a ser atendido, la intranquilidad de qué será, es desesperanzador. Tuve que estar varias horas de pie, al lado del familiar que estaba en una silla, en una sala donde se agolpaban doce sillas y doce acompañantes y lo peor era en la sala de al lado, donde había diez camillas ocupadas y sus acompañantes. Movimiento continuo de sanitarios y llamadas orales para pasar a los boxes. Además, la sala de espera general llena y pacientes (menos graves en potencia) esperando y que eran llamados por megafonía. Durante el largo tiempo de espera me vinieron a la mente muchos hechos pasados y que muchos ciudadanos los han pasado. Los podría etiquetar cómo «sueños de una noche de verano». Es lo que hay y nos toca aguantar, a no ser que...
Hace doce años acepté el reto que me propuso el entonces director del Diari. Durante una reunión hablando sobre todo de temas sanitarios, al final me propuso si quería plasmar mis inquietudes en algunos escritos. El reto era grande y peligroso, pero a pesar de los pesares, acepté. Durante estos años he ido dando mis pareceres en la cuestión sanitaria, sobre todo territorial, aunque he aprovechado de azuzar en otros temas que me inquietan. Así, fueron apareciendo una larga serie de contribuciones, podríamos llamarlos los sueños de la noche del verano. Quiero recordar unas que pueden buscar en este medio de comunicación. La primera fue publicada el 30 de marzo de 2010, «Un nuevo Juan XXIII»; le siguieron «Con conocimiento de causa» (27.4.10); «Adiós, sanidad pública, adiós» (14.9.10); «Me duele» (1.10.10); «Plan de Salud» (23.11.11); «Dejà vu» 14.3.14; «¿Quién miente?» (4.8.15); «Yo denuncio» (9.11.15); «Los recortes matan» (26.11.20). Y como no quiero que me maten, lo dejamos, aunque para mí fueron unos sueños de cómo mejorar nuestra sanidad.
Con suma licencia quisiera remarcar un escrito que me parece peculiar, se trata de «2017, año clave para Tarragona» (7.5.10). Con siete años de antelación a unos Juegos que se iban a desarrollar en nuestra ciudad (a final serían en el 2018 por causas diversas que no quiero recordar), hacía una propuesta. Tomaba la fecha y el gran evento a realizar por la suma de los números. Su desarrollo estaba en relación a llegar a mis manos los planos de un gran hospital a hacerse cerca del ‘Llorito’. Planos que aún conservo y me parecieron estupendos. En esa tribuna venía a decir que la persona más capacitada para desarrollar un Plan de Salud para nuestro territorio era aquella que había propuesto unas acciones brillantes y tenía las ideas más claras en temas de sanidad. Para mí era el hombre diez, al igual que la suma de 2+0+1+7, Joan M. Adserà. Por algo que desconozco, aunque me es fácil deducir, sus planes y mis ideas se fueron al cajón del fondo. Pusieron a chiquilicuatres al mando de la Sanidad Pública y la ciudadanía no supo reaccionar como debía. Había, desde hace años, unos planes bien estructurados para tener la Sanidad Pública que ahora tenemos. Y no me vale que la culpa es de la pandemia o de la guerra de Ucrania, lo que nos pasa ahora es el fruto maquiavélico de largos años de gestación.
A día de hoy, lo que parece que está más claro, es la construcción de dos hospitales (y algo más) con fondos privados, que se ubican entre Reus y Tarragona, para que ambas poblaciones los tengan cercanos. Ello es fruto de la necesidad sanitaria, por el aumento de las pólizas en las compañías aseguradoras de salud y del derrumbe de la Sanidad Pública.
No pretendo ser agorero. Conozco que también se están haciendo cosas y hay muchos proyectos, sobre todo para el J23. Ya los había a principio de siglo con el Park Sanitari de Joan23 propuesto por la consellera Geli, y en resumen se nos quedó en poco. O los engaños de los siguientes consellers de sanidad, Boi Ruiz o Toni Comin, este último nos dijo que el nuevo J23 estaría hecho en 2022, y no digamos de Alba Vergés o de Argimon, han ido haciendo chapuzas en un obsoleto J23 con los millones de euros conseguidos por proyectos de Next Generation europeos. Ahora veremos si quedan fondos para hacer ese proyecto que nos vendieron y que parece que es humo. Ojalá me equivoque y se haga un espléndido centro sanitario. La ciudadanía se lo merece, aunque a fechas de hoy a la gente se la trae al pairo.
Mientras esperamos lo que tiene que venir, relacionando los sueños de una noche de verano con los buenos recuerdos, rememoro dos canciones con el título de este escrito, que por lo menos nos servirán para alegrar la espera. Para los más jóvenes una es de los Rodríguez, El tiempo lo dirá, cuyos autores son Andrés Calamaro y Ariel Rot. Para aquellos a los que ya hay muchas cosas que nos van importando poco y que esperamos firmes venga lo que venga, recordar Qué será, será, cantada por Doris Day cuyo final reza «el tiempo nos lo dirá». Por lo que les digo a todos eso... el tiempo nos lo dirá.